Una oposición que favorece al oficialismo

La confrontación política que signó este año parlamentario y que se tradujo en el más bajo registro de leyes aprobadas desde 1987 refleja un problema lejos de ser coyuntural. Por el contrario, amenaza con prolongarse el año próximo e, incluso, más allá de la renovación parlamentaria que sobrevendrá tras los comicios presidenciales.Esto será así mientras perviva la misma lógica maniquea y poco afín al consenso que instauró el kirchnerismo desde sus albores y mientras el mosaico opositor no supere sus veleidades y sus recelos internos y sea capaz de hallar un camino inteligente que sortee este callejón al que lo sometió el Gobierno.El voto popular del año pasado se tradujo en un Parlamento donde ninguna fuerza ostenta una clara hegemonía; el desafío era, entonces, desempolvar la necesaria dinámica del consenso que había sido clausurada por el kirchnerismo. El problema es que el oficialismo nunca quiso tomar nota del nuevo rumbo que le marcó la sociedad y perseveró en su misma lógica intransigente.La más reciente prueba de ello fue el "sincericidio" que cometió el jefe de bloque oficialista Agustín Rossi cuando discurrió sobre la reforma del Indec. "Como poder político, nosotros reivindicamos la facultad de poder cambiar el índice de precios al consumidor, porque entendemos que las estadísticas son una herramienta de la construcción económica -exclamó, sin pudor-. Porque no creemos en esta cosa de la independencia en términos abstractos y asépticos. Si no les gusta el Indec, decimos lo que decimos siempre: tienen que ganar las elecciones y hacer...

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