Una oposición adolescente, entre Dr. Jeckyll y Mr. Hyde

Reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio

Tras el promisorio sueño con el que se durmieron en la noche electoral del 14 de noviembre, muchos argentinos se encontraron al despertarse con que los dinosaurios seguían allí. Y advirtieron que no pocos de ellos habitaban en las mismas fuerzas políticas a cuyo triunfo habían contribuido desde las urnas. Comprobaron en carne propia y con decepción que en la Argentina todo puede cambiar de un año para otro, pero que ninguno de sus vicios parece cambiar en el largo plazo . Cada año que pasa, el mundo deja atrás 365 días, mientras nuestro país parece retroceder décadas. Le sobra pasado.

Recientes actitudes de dirigentes de las dos principales coaliciones políticas invitan a preguntarnos hasta cuándo seguirá atrapada la Argentina en su Día de la Marmota , como en la recordada película de 1993 dirigida por Harold Ramis, donde su protagonista, encarnado por Bill Murray, se despierta cada día reviviendo lo mismo que el día anterior. Los argentinos vivimos un tiempo circular donde hasta los republicanos terminan mimetizándose con la prácticas del populismo que dicen haber venido a combatir.

En menos de una semana, dos diputados nacionales de Juntos por el Cambio se fueron a Disney o a Europa, relegando sus compromisos legislativos y permitiendo que el kirchnerismo impusiera su proyecto de ley de bienes personales, y muchos más legisladores bonaerenses de Juntos votaron la virtual perpetuación de los jefes comunales y aprobaron el presupuesto provincial de Axel Kicillof , que aumenta el gasto público, el empleo estatal y las prerrogativas de la casta política.

No solo se mostraron incapaces de frenar la voracidad fiscal confiscatoria que intenta imponer el gobierno de Alberto Fernández y los privilegios de la clase política, incluida su eternización en el poder, sino que fueron cómplices de ello. Seguramente, esos dirigentes de la oposición tendrán oportunidades para renovar la confianza que les brindó su electorado y que rifaron en pocos días. Pero deberán esmerarse mucho para que ese pacto basado en la previsibilidad de sus actos no termine desmoronándose.

Juega a favor del statu quo la ingenuidad de algunos representantes de la principal fuerza opositora ante el peronismo. Nada justifica, de acuerdo con los mezquinos intereses de los sectores corporativos, poner en riesgo su negocio permanente, que no pasa por vivir en un país normal, sino en uno pensado para prolongar sus privilegios y vivir...

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