Operativo Impunidad, a todo o nada

Primero fue . En aquellos años, un juez ligero de cascos y con una suerte infalible en los sorteos alcanzaba para neutralizar las causas que comprometían al . Pero la vocación de riqueza y poder de los y sus adláteres era mucha. Tanta, que la ley nunca representó un obstáculo. Por eso las causas se multiplicaron y el pobre Oyarbide, que no perdió la sonrisa ni la alegría de vivir, no daba abasto. Por suerte, había otros jueces de buena voluntad que sabían lo que les convenía.

Pero los Kirchner sufren una extendida maldición: la de los que jamás están satisfechos con lo que tienen. La Presidenta lo reconoció en un rapto de sinceridad que fue, además, una síntesis insuperable del ADN del régimen: "Vamos por todo". Con ese grito de guerra, y cuando ya había más causas y más cosas que ocultar, decidieron arreglar el asunto de raíz y se lanzaron al asalto sistemático del Poder Judicial. Ahí encontraron resistencia. Una cosa es conceder y otra muy distinta entregar el territorio y caer prisionero. La Corte Suprema impidió que los bárbaros asolaran los tribunales. Juzgó inconstitucional la llamada "ley de democratización de la Justicia" y restituyó así una necesaria cuota de dignidad a los jueces y al país todo.

Aquello fue sólo una batalla. El Gobierno siempre va por más: si no hay rendición, si no puede conquistar por las buenas, lo hace por las malas. Eso explica el traicionero ariete lanzado desde adentro por la procuradora Gils Carbó, que cuando terminaba el año se inmoló en cumplimiento del deber. Los 16 fiscales militantes que nombró sin que le temblara el pulso abrieron la etapa más cruenta de la guerra. Que no se da entre dos concepciones de la Justicia, como dice el relato oficial. La guerra fue declarada en forma unilateral. Eso sí, hoy los jueces responden al embate de un gobierno debilitado y acosado por los escándalos de corrupción, al que sólo le importa asegurar su impunidad como sea.

Este último dato habla a las claras de la cantidad y la gravedad de las causas judiciales que el kirchnerismo tiene en su haber. ¿Jamás reparó la Presidenta en que la agónica guerra a cielo abierto iniciada contra la Justicia puede representar para muchos un reconocimiento tácito e involuntario de culpabilidad? Si aspiran a recuperar el respeto de la ciudadanía y contribuir a la reparación de las maltrechas instituciones democráticas y republicanas, los jueces están obligados a investigar a fondo y a dictar las condenas que correspondan, incluso a...

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