Una ola de transparencia viene de Brasil

Cuenta Bela Megale, la periodista que Folha de S. Paulo envió a Curitiba para cubrir la prisión preventiva de ejecutivos por el escándalo de presuntas coimas que acaba de explotar en Brasil, que Marcelo Odebrecht, "el príncipe de los contratistas", según la jerga empresarial brasileña, se quejó la semana pasada porque su celda era oscura. Y que la respuesta llegó, rápida y seca, de uno de los guardias. "Ésta es una cárcel -le advirtió-. Usted está en prisión."

Tercero de la dinastía y CEO del grupo que lleva su apellido, Odebrecht es el empresario más poderoso del Mercosur y ocupa, desde hace dos semanas, un recinto de 12 metros cuadrados que debe compartir con otros ejecutivos. Como es hipoglucémico le han permitido comer barras de cereales cada tres horas, aunque recibe, según acaba de publicar la revista Veja, un menú diario pródigo en austeridad: no pasa de arroz, porotos, ensalada, carne o salchichas. Junto con Otávio Azevedo, líder de la constructora Andrade Gutiérrez, Odebrecht es uno de los empresarios al que le dictaron prisión preventiva en la investigación por presuntos sobornos en contratos con Petrobras. El petrolão, como lo llaman allá, investigación que lleva adelante Sergio Moro, juez federal de Curitiba, incluye hasta ahora a una decena de hombres de negocios, casi 15 senadores, 22 diputados y dos gobernadores.

Que Odebrecht, el ejecutivo más poderoso de Brasil, y Azevedo, uno de mejor imagen, hayan sido detenidos equivaldría aquí a que les pasara lo mismo a Paolo Rocca (Techint) o a Luis Pagani (Arcor). El escándalo amenaza con llevarse puesto a parte del PT y al propio gobierno de Dilma Rousseff. Difícil despegarse del todo: antes que presidenta, Rousseff fue ministra de Energía de Luiz Inácio Lula da Silva, a quien operadores con llegada al Poder Judicial brasileño le auguran una inexorable recorrida por los tribunales.

Es evidente que, desde el punto de vista institucional, la Argentina y Brasil transitan etapas muy diferentes. Pero la comparación puede no ser del todo antojadiza, dado el reverbero que el caso viene teniendo aquí entre empresarios. La perplejidad de algunos se acrecentó el martes, cuando escucharon a Mauricio Macri en el programa Los Leuco, por TN, proponer investigar al kirchnerismo mediante una frase hostil al contratista: la ley del arrepentido. ¿Está la Argentina en condiciones de impulsar una norma que emule a la "delación premiada", el mecanismo que facilitó el petrolão?

La tormenta parece...

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