Los odios migratorios

Ezeiza, en el foco de un debate público en el que el futuro está ausente

Casi sin que nos diéramos cuenta, los asuntos migratorios están pasando a ocupar los primeros lugares del debate público argentino. Lugar vacante gracias a que no hay bajo discusión modelos de país ni intercambio alguno sobre cómo sacar a media población de la pobreza ni se habla de un plan para concentrarse en venderle con sistema algo al mundo que revierta el camino al subdesarrollo ni, menos aún, sobre cómo frenar la decadencia del sistema educativo . Encolerizado, el oficialismo rezonga contra los que se van, tengan ellos horizontes temporarios o vitalicios.

Es lógico que en un país de crisis continuadas y clase dirigente atribulada el futuro no consiga demasiadas menciones positivas en la agenda pública. El problema es que ahora tampoco abundan las menciones negativas , como si el futuro mismo, un imposible, se estuviera escurriendo. Bueno, eso precisamente es lo que parecen sentir en su fuero íntimo los que deciden irse, cuanto más jóvenes más arrojados. Dentro de unos meses, cuando se agrande la pelea con el FMI que dará el kircherismo tratando de que nos cobren la deuda en veinte años y no en diez, como estipulan los estatutos del organismo, será una alegría. Al menos se hablará por un rato, por fin, de algo más lejano que pasado mañana.

Curioso también es que quien embute las migraciones en la agenda pública sea el gobierno cuyo presidente no consiguió repetir con rigor y sentido de la oportunidad aquello de que los argentinos descendemos de los barcos. Después de que Alberto Fernández irritó a medio continente con su cita doblemente mal hecha (autor y contenido), el Frente de Todos decidió inaugurar la campaña electoral con la incorporación al top ten de enemigos públicos no ya de los abuelos y bisabuelos que vinieron sino de los nietos y bisnietos que se van. Esos malvados que nos dejan con la inflación, la recesión, la desocupación, la grieta, la deuda, los piquetes, la indigencia, el hambre, el imperialismo y Macri , por supuesto, que tiene la culpa de todo, incluyendo lo que no ocurrió.

Alberto Fernández abonó el debate sobre los migrantes con la desafortunada alusión a "los que vinieron de los barcos"

Devenidos ahora móviles como las legendarias retenciones, los derechos humanos enarbolados por el enfático colectivo peronista-kirchnerista ya no consagran, por lo visto, el derecho a migrar que sigue impreso en las normas nacionales y supranacionales . El...

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