Ocuparse de la realidad completa

¿Qué es más preocupante para el rugby? ¿Un grupo de chicos quemando una camiseta del equipo rival o un grupo de gente grande silbando y gritándole a un árbitro? Ambas. Ninguna de las dos cuadran en los principios que pregona y que inculca este deporte. Pero hay una diferencia sustancial: la primera no es habitual; la segunda, sí.

Los episodios ocurridos el sábado en la cancha de San Albano en el clásico con Lomas y que son relatados en está página, merecen la advertencia que lanzó el presidente del club de Corimayo, Hernán Macieri, pero no parecen estar inscriptos dentro del término futbolización del cual el rugby tanto quiere diferenciarse y tanto apela cuando las hinchadas que siguen a todos los clubes se exceden en los cantos o en ciertas acciones.

El 99 por ciento de los partidos de rugby en la Argentina se disputan sin quema de camisetas ni banderas, ni cánticos agresivos ni con chicos alcoholizados en las tribunas. Pero sí todavía hay un consumo exagerado de alcohol luego de los encuentros que repercuten fuera de los clubes en las noches de los sábados. En el rugby, a través de los clubes y de las instituciones, se realizaron distintas tipo de medidas para frenar esos hechos, pero todavía suceden. Ese sí es un tema grave.

También lo de la gente que silba, grita y hasta veces insulta a los árbitros, situación que ocurre en gran parte de los partidos.

En ese orden, vale señalar que las instancias finales de la URBA, por ejemplo, se disputan con una concurrencia que a veces llega a las 10 mil personas, sin un policía y, salvo contadas excepciones, sin incidentes. Eso no quita que no haya que condenar lo que ocurrió el sábado, y por eso es rescatable la carta del presidente de San...

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