Obras sociales: ¿manos limpias o guantes blancos?

Hace 17 años se quitó la vida el cirujano René Favaloro. Dejó una carta tan conmovedora como olvidada. En forma descarnada, afirmaba: "¡Lo que tendría que narrar de las entrevistas con los sindicalistas de turno! Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica". Condice con la actitud de Facundo Moyano, presidente de la Mutual de Trabajadores de Peajes y diputado "renovador", quien, descubierto en Madrid con una célebre modelo, en el apurón, declaró que el viaje lo pagó su sindicato. O con la de su padre, Hugo Moyano, quien admitió que se usaron fondos del gremio camionero para salvar al club Independiente, del cual es presidente.

Con Perón en el exilio, el jefe sindical Augusto Timoteo Vandor imaginó un "peronismo sin Perón", apoyando el golpe militar de 1966. Fue asesinado en 1969 y sus sucesores acordaron una paz social con el general Juan Carlos Onganía a cambio de recibir la "caja" de las obras sociales. Fue así como, mediante un decreto ley de 1970, se crearon los aportes obligatorios -actualmente, el 6% por los empleadores, y el 3%, por los trabajadores- y su administración por los gremios.

De ese modo, una caja abrió la otra: la caja de Pandora del dinero abundante y fácil que alteró en forma dramática la vida de los sindicatos. La relativa austeridad hasta 1970 se trastrocó. Sus dirigentes se transformaron en CEO, más interesados en los negocios que en la actividad gremial. Y así desarrollaron sus abdómenes los célebres "gordos", alimentados con los suculentos ingresos que sólo disfrutan las entidades con personería gremial.

Años más tarde, el ex presidente Raúl Alfonsín denunció aquel pacto militar-sindical, apuntando a la corrupción gremial. Como resultado, sufrió 13 huelgas generales. Su proyecto de ley de reordenamiento sindical, impulsado por el ministro de Trabajo Antonio Mucci, fue rechazado por el peronismo. Ante la imposibilidad de gobernar, Alfonsín se vio forzado a reemplazar a Mucci por el sindicalista Carlos Alderete. Desde entonces, casi nada ha cambiado.

El gasto en salud en la Argentina es muy elevado (9% del PBI) y muy ineficiente. Se compone de tres subsistemas: el público, integrado por la Nación, las provincias y los municipios, que atiende a la población sin cobertura (3,3% del PBI), y el sector de la seguridad social, que incluye las obras sociales y las prepagas. Las primeras incluyen las provinciales, sindicales, de...

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