Obligados a vera Messi con los dedos cruzados

Desde el primer día que se lo vio entrenarse esta semana, la sensación es más o menos parecida en aquellos que lo observaron: Lionel Messi no está con la estatura física como para sostener su talento inagotable. Él mismo siente que la lesión que lo tiene a maltraer en el bíceps femoral de la pierna derecha desde hace 25 días no le está permitiendo estar al mismo nivel que sus compañeros. Después de tres semanas de inactividad futbolística en Barcelona, se embarcó rumbo a Buenos Aires tal como había prometido, pero sabiendo que su zurda endiablada necesita de un cuerpo a plenitud para ser letal.Está claro que el crack rosarino apenas está para completar una etapa. El técnico Alejandro Sabella dispuso su ingreso a los 12 minutos del segundo tiempo, en reemplazo de Walter Montillo. En la primera pelota que tocó puso de pie al Monumental con una apilada de esas tan características que abren el camino entre los defensores.Siempre está lejos de dar un paso en falso. Cada movimiento suyo es distinto, diferente. Atractivo. Jugar lindo y bien es una condición que no muchos poseen. Ayer, con la lesión a cuestas, lo intentó hacer todo el tiempo. Pero ante Colombia, por esas facturas que pasa la inactividad, la pelota no pudo quedar chiquita, rendida a sus pies, anudando piernas de defensores desorientados. Quienes lo contemplan desde la tribuna sienten un cosquilleo especial. Quienes lo ven desde adentro saben que su anatomía le está jugando con la incertidumbre. Con la necesidad de hacer cálculos y analizar necesidades. Así de sencillo, así de especial.Las ilusiones nunca las perdió. Se lo vio nervioso en el banco, con ansiedad por ingresar. Y cuando lo hizo se desesperó cuando, a los 26 minutos del segundo tiempo, el árbitro Escalante anuló, a instancias del juez de línea, el gol de Agüero por off-side suyo: "¿Mío? ¡Si yo no quiero participar de la jugada, no toco la pelota!", fue su descargo dentro y fuera del campo de juego.Con el respaldo que le dan los resultados acumulados en esta eliminatoria y de la responsabilidad que demandaba el partido con Colombia, Messi y el cuerpo técnico se sintieron con la autoridad de sobra como para plantearse mutuamente la necesidad de no arriesgar más de la cuenta. Todo con la clara intención de llegar en las mejores condiciones posibles a los partidos que se tienen por delante. Aquella imagen de la primera práctica, donde apenas se movió de un costado a otro, sin acelerar en un ejercicio de ordenamiento táctico, fue la de un...

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