Nunca más, el silencio; nunca más, la impunidad

Las múltiples derivaciones de la causa de los cuadernos de las coimas les están demostrando con crudeza a algunos empresarios argentinos el enorme costo de su largo silencio frente a la corrupción pública.Se lo pudo apreciar claramente con diversos datos estadísticos exhibidos en el Coloquio de IDEA, que concluyó horas atrás en Mar del Plata. Al desfile por momentos incesante de ejecutivos y dueños de empresas por los tribunales de Comodoro Py; al festival de supuestos arrepentidos que, como señaló Andrés Malamud, lejos de ver la luz, corrieron a declarar para no quedar presos, y al listado de directivos de compañías que debieron dar un paso al costado frente a las revelaciones sobre sobornos, se sumaron en ese encuentro datos de encuestas que habrán causado escalofríos en no pocos asistentes al foro empresarial.Apenas un 19% de la población del área metropolitana dice hallar hoy valores positivos en el empresariado, de acuerdo con un trabajo de la consultora CIO. Y nada menos que el 63% opina que el caso Odebrecht constituye la forma tradicional de actuar de las empresas argentinas.La dimensión de la gravedad del problema de la corrupción pública en la Argentina también pueden darla las desalentadoras cifras que anualmente publica la organización Transparencia Internacional. De acuerdo con su último ranking, en el que se mide la percepción de transparencia en el sector público, nuestro país solo recibe 39 puntos sobre 100. Como desde hace muchos años, sigue aplazada, más allá de haber mejorado algunos puntos respecto del año 2016, pero se encuentra bien por debajo de la media; incluso en América Latina, donde dos de nuestros vecinos, Uruguay y Chile, nos superan claramente, con 70 y con 67 puntos, respectivamente.Es grave que el mundo vea a la Argentina como uno de los países que es símbolo de corrupción. Pero igualmente grave es que los propios argentinos tengamos la misma percepción y no hagamos nada para corregir el problema. Indigna que nada menos que el 47% de los 620 porteños que respondieron recientemente a una encuesta de la Universidad de Belgrano manifieste que para hacer política en la Argentina hay que aceptar actos de corrupción. Lamentablemente, la cuestión no es nueva: ya tres años atrás, un estudio de TNS Gallup y la Universidad de Palermo alertaba sobre que el 45% de los argentinos consideraba que la mejor forma de progresar era a través de la deshonestidad o de la herencia patrimonial.Una sociedad tan descreída del valor...

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