Un nuevo tiempo de esperanza

El o del último domingo entre el papa Francisco; el presidente de Israel, Shimon Peres, y el titular de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, en los jardines vaticanos, fue presentado, con extrema modestia, como "apenas un gesto" para. Quizá fue mucho más que eso. Por lo pronto sabemos que los gestos, en ocasiones, pueden decir mucho más que las palabras. Éstas, a veces, chocan contra el muro que las vuelve intraducibles a otro idioma. Los gestos, en cambio, tienden a ser universales. ¿Cuál es la frontera de una sonrisa? ¿Dónde se agota un abrazo? Allí donde mueren las palabras, sobreviven los gestos.Aquellos que se abrazaron en los jardines vaticanos el último domingo representaban nada menos que a las grandes religiones monoteístas de Occidente: el cristianismo, el judaísmo y el islam. "Mono-theós": un solo Dios. ¿El mismo Dios? Después de milenios de vivir separados, cristianos, judíos y musulmanes, ¿han terminado por reconocer que, con diversos nombres y más allá de sus polémicas a veces sangrientas, le estaban rezando al mismo Dios?¿No debe llamarnos la atención, por otra parte, que este encuentro se haya producido, precisamente, a instancias de un papa argentino "venido del fin del mundo", del país de los desencuentros? Es como si la historia se escribiera en dos planos sólo aparentemente contradictorios, como si aquello que aparentemente nos distanciaba en el fondo nos estuviera acercando, nos estuviera uniendo.Hasta hace poco tiempo, el mundo parecía dividirse en dos, entre democracia y totalitarismo en lo político, y entre capitalismo y socialismo en lo económico. El monoteísmo convergente que se nos presenta hoy bajo el triple abrazo del Vaticano, ¿anuncia acaso otra clasificación? Esta otra clasificación, ¿se podría plantear en otros términos? No tanto como una oposición, como un contraste tipo socialismo-capitalismo, sino como una gradualidad tenue y envolvente. Si vamos a un teocentrismo universal, así, éste puede ser más o menos intenso, pero no indiferente en un extremo ni militante en el extremo opuesto.¿Es a este tipo de convergencia que nos ha llamado la triple reunión del Vaticano? Ella se ha producido, en todo caso, con exclusión del único enemigo que nos queda en estos tiempos de amistad universal. Estamos pensando en el maniqueísmo. Con sus más diversas formas, "todas" las variaciones del maniqueísmo parten del mismo principio: creen...

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