Un nuevo proceso en el que la gran incógnita es la estabilidad

Con una celeridad inusitada, y en lo incierto. Un nuevo proceso en el que la primera incógnita es la estabilidad. ¿Cuánto durará el nuevo gobierno del socialista ?

La pregunta está en el aire. El desafío es temerario: la nueva gestión que hoy jura ante el rey Felipe VI llega al poder con menos diputados que el partido al que desplazó.

El entusiasmo conmovedor del "¡Sí se puede!" que se escuchó en el Congreso de los Diputados y en las calles que lo rodean no oculta la endiablada realidad de la matemática parlamentaria.

El triunfante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tiene 84 diputados; el desplazado Partido Popular (PP), 134. Sánchez necesitó el apoyo de ocho fuerzas políticas que representan a 12 millones de votantes para demostrar que la corrupción no puede quedar impune. Esa es la gran lección del día. El viento de cambio y la fuerza de las instituciones.

Hasta los agoreros que pronosticaron una hecatombe económica quedaron descolocados: las primeras reacciones fueron de luz verde. Los mercados cerraron en alza y la tasa de riesgo española sigue por debajo de los 100 puntos.

Otra cosa es cómo se gestiona ese nuevo poder. "Con consenso, dedicación y humildad", dijo Sánchez.

Todos saben que es más difícil que eso. Vivir pactando hasta el aire que se respira. Podemos, el partido de izquierda radical, también vio su posibilidad y ofreció entrar en una coalición de gobierno "para reforzar" la nueva gestión. "Si no quieren coalición, seremos oposición", dijo su líder, Pablo Iglesias.

La intención original de Sánchez era llamar a elecciones "cuando las cosas se estabilicen". A la hora del triunfo, cuando la Cámara votó el final de , ya no se hablaba tanto de eso.

El mandato se extiende hasta 2020. Si Sánchez pretende llegar hasta entonces, necesitará bastante más que el frágil consenso que le otorgó el deseo de echar a Rajoy, único punto en común que compartió el abanico de partidos que puso final al mandato del PP.

La historia reciente demuestra que el consenso no es sencillo en España. En 2016, la imposibilidad de llegar a acuerdos hizo que el país tardara un año en elegir presidente y que solo lo lograra tras nuevas elecciones.

"Un año para elegirlo, siete días para echarlo", subrayó el analista Narciso Michavila. Muchos empezaron a ver cierta similitud entre lo que vive España y lo que ya es tradición en Italia. Un país que económicamente avanza y que, sin embargo, vive en inestabilidad política.

Los frentes que se abren al...

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