Un nuevo líder de alcance nacional

Ayer tal vez surgió un nuevo liderazgo político nacional. Mauricio Macri ya no es sólo el candidato triunfante que, en 2007, certificó por primera vez que podía ganar la Capital. Con elecciones mejores que las de hace cuatro años, el jefe de gobierno porteño se convirtió también desde anoche en un referente insoslayable de la política nacional. La duración de esa representación (que será más virtual que palpable durante un tiempo) dependerá de él mismo, en primer lugar, y del destino muy próximo que les aguarda a los otros líderes opositores.

Convencido de que su palabra tiene ahora un precio político, Macri no se inclinará por ningún candidato presidencial opositor antes de las elecciones primarias del 14 de este mes. Oscila, en verdad, entre la simpatía política que siente por Eduardo Duhalde y la conveniencia, también política, que le significaría Ricardo Alfonsín. El electorado porteño de Macri, o una inmensa mayoría de él, es profundamente antiperonista.

A pesar de que el fuerte discurso antikirchnerista de Duhalde consiguió conquistar a los sectores medios altos y altos de la Capital, todavía prevalece una clase media que mira al ex presidente como una expresión cabal del peronismo que reprueba. Alfonsín viene, en cambio, de un partido, el radicalismo, que los porteños votaron mayoritariamente durante décadas, hasta la gran crisis de 2001. El problema que tiene Macri con Alfonsín consiste en que el discurso de éste no representa al intenso y amplio sentimiento antikirchnerista de los porteños. Se mece entre la afinidad y el provecho (Elisa Carrió no será nunca una opción para él ni él para ella), pero esa conveniente incertidumbre se resolverá sólo con los resultados del 14 de agosto.

Macri podría inscribirse en esa corriente de peronistas (Daniel Scioli o Juan Manuel Urtubey, por ejemplo) que apuesta a un segundo y último mandato de Cristina Kirchner. Cualquier otro próximo presidente tendría potencialmente ocho años de eventual poder. Sin embargo, hay dos factores que frenan a Macri ante esa especulación. Uno es la certeza de que el país podría terminar muy mal si sobrevinieran cuatro años más de kirchnerismo. "Otro mandato sería insoportable para la Argentina", suele asegurar.

El segundo factor es, quizás, el más decisivo. El kirchnerismo fue la primera expresión política que entrevió en Macri a un adversario que podría relevarlo no sólo del liderazgo político; también creyó que podría encarnar un vasto cambio en los paradigmas...

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