El nuevo enigma de la gestión económica del Gobierno

En la teoría, la misión primordial de un ministro de Hacienda es alertar a los funcionarios políticos sobre lo que no deben hacer, recordándoles a cada momento cuáles son las restricciones presupuestarias y las metas fiscales. Y puede suponerse que Nicolás Dujovne acaba de ser designado en ese puesto para cumplir esa tarea. En la Casa Rosada se ha dejado trascender que el nuevo funcionario deberá efectuar, lupa en mano, un pormenorizado análisis del gasto público, partida por partida, para determinar dónde están las erogaciones improductivas y generar eficiencia.

Dujovne es posiblemente uno de los funcionarios del área económica que menos misterios hayan ofrecido últimamente. Sus ideas son conocidas por el público desde hace tiempo gracias a sus columnas en la nacion y su participación en un ciclo televisivo. No sólo tiene claro que hay que bajar el déficit fiscal, sino también que debería bajarse la presión impositiva, empezando por los impuestos al trabajo, y deberían modificarse regulaciones laborales inviables. A tal punto que no hace mucho se lamentó de que, junto con el exitoso blanqueo de activos no declarados, no se hubiese convocado a otro blanqueo para incorporar a los trabajadores informales a la economía blanca.

Asimismo, Dujovne se ha pronunciado en favor de congelar el nivel de gasto público en términos reales y de recurrir al Fondo Monetario Internacional como alternativa de financiamiento, a una baja tasa de interés. Esas dos posturas lo diferencian, a juicio de algunos analistas, de Alfonso Prat-Gay, quien, más cercano al keynesianismo, consideraba que no era...

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