Un nuevo circuito artístico desembarca en Villa Crespo

Villa Crespo no es Palermo, pero se le parece bastante. Sin embargo, aunque ambos comparten cierto encanto, este barrio ya despliega una personalidad propia con el eje puesto, de un tiempo a esta parte, en la movida del arte joven. Concretamente: pequeñas galerías emergentes que plantaron bandera en el escenario que Leopoldo Marechal eligió para que Adán Buenosayres se pierda y se encuentre.

Sobre la calle Velazco, justo después del edificio de La Caja Seguros, se erige la flamante galería Ruth Benzacar, que durante 30 años fue el corazón del arte contemporáneo local. Llegó como la piedra fundacional de un nuevo circuito que se completa con otras tres galerías afines, algunas que ya estaban y varios talleres de artistas que viven ahí. "Nos mudamos para recuperar la creación de mi abuela, que en 1983 abrió su espacio en el centro de la ciudad", cuenta Mora Bacal, nieta de Ruth Benzacar e hija de Orly, con quien comparte la dirección de la galería.

"Nos pusimos de acuerdo entre varios colegas para encontrar un lugar donde pudiéramos estar juntos y cerca de otros espacios con los que nos interesa convivir. Villa Crespo es perfecto para cumplir con nuestro deseo", detalla Mora.

La oferta edilicia y la accesibilidad desde cualquier punto de la ciudad dieron la estocada final para que iniciaran el traslado colectivo. Así, desde fines del año pasado, los artistas vienen ocupando galpones enormes que se fueron transformando según el deseo de cada uno de ellos.

De esta forma, llevaron a Villa Crespo frescura, colores y exposiciones originales, y el acento histórico del barrio se ocupó del resto.

Además de amigos, las galerías ganaron espacio y funcionalidad. Nora Fisch, por ejemplo, abrió su nueva versión en Córdoba al 5200. Junto a Benzacar, Gachi Pietro y La ira de Dios, fueron parte de la mudanza colectiva y deliberada que pensaron durante más de un año.

Con otra impronta

"Mi primera galería fue un proyecto experimental y tentativo. Mi espacio de exhibición era de 3 por 7 metros, un pasillito –recuerda Nora–. Estoy orgullosa, porque la galería creció mucho y eso confirma que el arte pasa por otro lado. Pero también es cierto que los artistas estaban limitados. Tenían que pensar las muestras en función del espacio, de manera muy específica. Lo mío funcionó como salita de proyectos, pero llega un momento en que los artistas quieren probar otras cosas. Ahora van a poder."

Mora Bacal comparte con ella la alegría que generan las movidas incipientes...

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