La nueva derecha toma el relevo de un ciclo agotado

"Los pobres votaron contra sí mismos." La queja airada de la izquierda latinoamericana se repite una y otra vez. El latiguillo llega a las redes, la tele, los diarios, con formas distintas pero el mismo tono lastimero. Partidos liberales tomaron el relevo gracias al voto popular, una decisión irracional e inexplicable de un electorado confundido. ¿Por qué los excluidos, los marginados, los olvidados, los condenados de la tierra -dicen con voz dolida- votarían por la derecha, que sólo piensa en cómo los ricos pueden explotar más y mejor a los pobres?

La oposición venezolana domina la Asamblea Nacional, y tiene todas las de ganar en un referéndum contra el presidente Nicolás Maduro, que se las ingenia, con astucia e imaginación, para postergar la votación al infinito y más allá. Hasta el imbatible Evo Morales perdió un referéndum con el que buscaba presentarse a un cuarto mandato. Por no hablar de las victorias de Macri, el peruano Kuczynski y de la llegada de Temer al poder en Brasil, tras la destitución de Dilma, abandonada por casi todos.

Hay varias respuestas a mano entre los especialistas. Quizás porque, ni siquiera en su mejor momento, la izquierda logró encaminar a sus países al desarrollo. Y porque la descripción que suele hacerse de la derecha es una imagen basada en otras épocas, de galera y bastón, y no en la vida real, donde nadie proclama la soberanía absoluta de los mercados en detrimento del Estado, y menos de los más pobres.

"Este péndulo entre izquierda y derecha se da por la crisis del modelo económico de la izquierda. Un modelo proteccionista, de Estado empresarial y políticas clientelistas en base a un excesivo gasto social y al desprecio de las instituciones", resumió el politólogo peruano Víctor Ponce, cuyo país dirimió las elecciones presidenciales entre dos candidatos de derecha.

Ponce dirige un sitio de opinión liberal llamado curiosamente El Montonero, que está en las antípodas de las connotaciones que ese nombre despierta en la Argentina, donde más bien se lo asocia a las juventudes maravillosas que planeaban atentados. Para él no hay duda de que los gobiernos que abrieron su economía (Chile, Perú, Colombia) sacaron tanta o más gente de la pobreza que las izquierdas que manejaron el poder y dominaron el discurso público. Las mismas izquierdas que, luego del brillo inicial con reactivación del consumo, fueron perdiendo el lustre y el fervor popular que habían generado.

Los gobiernos abiertos en economía lo fueron por...

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