Y una noche Sabatini volvió a encandilar en Nueva York

Por la Séptima Avenida entre la 31 y la 33, en Nueva York, pasa todo el mundo. Allí se sostiene uno de los escenarios más emblemáticos: el Madison Square Garden, símbolo del espectáculo, el arte y el deporte. Para los argentinos, llegar a ese estadio siempre representó alcanzar la cima en una de las mecas del show y el mercado. Puntualmente en el deporte, allí se sucedieron momentos inolvidables, como en 1970, cuando Ringo Bonavena asustó a Muhammad Alí; o en 1975, con Carlos Monzón defendiendo el título mundial de los medianos ante Tony Licata; y hasta Guillermo Vilas jugando ante leyendas de su talla. Claro que ahí fue donde Gabriela Sabatini conquistó los Masters de 1988 y 1994, y también anunció su despedida en 1996.

La Gran Manzana fue la ciudad en la que Gabriela logró sus mejores resultados -además de los citados, el US Open 1990 venciendo a Stefi Graff en la final-; por ello, pese a que estaba desencantada con el tenis y no tomaba una raqueta desde 2009 cuando jugó una exhibición en Buenos Aires con Martina Navratilova, Gaby aceptó el desafío y le dieron ganas de volver a sentirse jugadora, al menos por un rato. Y lo hizo durante una noche sumamente especial: por el BNP Paribas Showdown, un evento impulsado por el festejo del Día Mundial del Tenis que promueve la Federación Internacional.

Para regordeo de los melancólicos que durante gran parte de los 80 y 90 admiraron la categoría de la argentina, Gaby volvió a pisar el Madison luego de casi dos décadas. Con una figura impecable, vincha negra, remera púrpura, pollera negra y zapatillas blancas, se enfrentó con Mónica Seles, nada menos, una de las mayores rivales de su carrera, pero también una de las amigas que le dejó el exigente circuito. De hecho, en su momento solo Gabriela, entre 25 colegas, se abstuvo de votar en contra de congelarle el ranking a la yugoslava nacionalizada estadounidense mientras se reponía de la apuñalada sufrida en 1993, un gesto que Seles todavía hoy valora.

El partido, aperitivo del duelo entre el suizo Roger Federer y el búlgaro Grigor Dimitrov, lo ganó Gaby por 8-5, pero fue solo un detalle de la fiesta. En ese rato que duró el partido, donde el público se divirtió y ovacionó a las protagonistas, Gabriela lució en un muy buen estado atlético, no así Mónica, que le costaba alcanzar los tiros de Gaby que iban a los laterales. Es cierto que la argentina es fanática de los deportes y su rutina, casi diaria, incluye natación, ciclismo y gimnasio. Pero lo...

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