La noche que Macri se salvó de un papelón

"Si el proyecto del es rechazado en , ¿no será leído como un fracaso del Gobierno?", preguntó atinadamente un ministro en la reunión de gabinete del último martes. Marcos Peña recogió el guante y respondió con lo que de aquí en más será la nueva narrativa del Gobierno: "Más allá de cualquier resultado, nosotros ya ganamos al haber habilitado la discusión". El resultado, después de una madrugada para el infarto, fue un triunfo ajustado en favor de la legalización, con la inestimable ayuda de dos votos del PJ pampeano.

Es decir, fue un triunfo a pesar del propio y de las principales espadas de Cambiemos que se habían manifestado públicamente en contra. Muy cerca de Peña, en aquella reunión, Macri transformaba una debilidad en virtud política. Se jactaba de que nadie en el oficialismo le había consultado cómo votar. Pero ¿cómo habrían de consultarle un asunto que atraviesa a la sociedad argentina, pero que él mismo se había negado a liderar?

La despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo no solo es una bandera del feminismo -y de un feminismo popular, como #NiUnaMenos-, sino de un importante sector de la clase media, base de votantes de Cambiemos. Es decir, Macri confinó a la orfandad política a una porción importante de sus propios simpatizantes cuando optó por desligarse de la principal bandera de una agenda de género que él mismo había fogoneado. ¿Alguien puede imaginar a un Alfonsín impulsando el proyecto del divorcio y, a la vez, oponiéndose a él?

La narrativa de Marcos Peña habría sido difícil de creer, si el proyecto fracasaba en Diputados. Por el contrario, más allá del núcleo duro de Cambiemos, gran parte de la sociedad habría leído, con toda lógica, que la derrota en el Congreso configuraba una derrota del propio Macri. Pero paradójicamente fue la oposición peronista y kirchnerista la que, con su voto positivo, acudió en su auxilio y, a su pesar, lo ayudó a abortar un papelón.

Más allá de estas incongruencias, haber habilitado una deliberación cajoneada por décadas -sobre todo, por la década K, que se ufana de haber generado una inédita ampliación de derechos- sigue teniendo un inmenso valor político. Macri, a diferencia de Cristina, no se mimetizó con el Estado y le dio luz verde a una iniciativa con que la que él no estaba de acuerdo. No importa si lo hizo por recomendación de Durán Barba para tapar con una cortina de humo las dificultades económicas. Lo importante es que lo hizo. La historia suele juzgar hechos, no...

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