Un Nobel entre rejas: Coetzee llevó la literatura a la cárcel

"¿John Maxwell?", pregunta el oficial del servicio penitenciario al chequear la lista de visitantes al Centro Universitario San Martín (Cusam) en el penal de José León Suárez. J. M. Coetzee, premio Nobel de Literatura 2003, asiente con la cabeza, y atraviesa la primera de las 13 puertas que lo separan del salón de estudiantes del Cusam, donde una treintena de convictos y guardiacárceles lo esperan.

Es su segunda visita al penal bonaerense, donde la Universidad de San Martín dicta Sociología y Trabajo social y donde se desarrollan talleres de poesía, de narración y de teatro. Ya ha pasado por la experiencia de visitar la cárcel, aquí y en su Sudáfrica natal, luego del apartheid. "Voy para ver la realidad", dice Coetzee a esta cronista de LA NACION y añade quedamente: "Hay gente que está presa y no debería estarlo".

Y compara sus experiencias: "Las cárceles sudafricanas son más fuertes en materia de vigilancia". Tiene razón: en José León Suárez no hay revisión para los visitantes al Cusam. Nadie mirará qué lleva el autor de Esperando a los bárbaros, Infancia y Juventud, entre muchos otros libros, en su morral de cuero negro, ni qué puede tener en la cartera la escritora australiana Delia Falconer. Minimalista, el profesor y editor australiano Ivor Indyk, que completa la comitiva, va en mangas de camisa.

En casi todas las puertas enrejadas que se abren a lo largo del camino hasta el Cusam, el saludo a Coetzee (cuya pronunciación tiene decenas de variantes en estas tierras) es cálido. "Es un gusto tenerlo aquí de nuevo", le dice al estrecharle la mano el director del penal, Paulo Vera. Y cuando ingresa en el centro de estudiantes Azucena Villaflor, Martín Bustamante (convicto con salidas transitorias los fines de semana), con sus propios libros en la mano, reitera ese saludo.

Desde que se hizo cargo de la cátedra Literaturas del Sur de la Unsam, en abril de 2015, dos veces al año visita Buenos Aires con dos colegas de Sudáfrica y de Australia alternadamente. La actividad que se desarrolla en el Campus Miguelete incluye la visita al penal de José León Suárez.

¿Qué hace en la prisión? Escucha con atención la producción de los talleres y los incentiva a seguir adelante con la literatura. Pero no da discursos ni hace referencia a sus obras. Se enfoca en ellos. Los saluda mirándolos a los ojos y les dice: "Reconozco algunas caras y nombres del año pasado. Me encantaría venir otra vez, pero espero que algunos de ustedes no estén acá". Y no les dice...

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