Yo no soy tan bonita

Lo que propone la española Angélica Liddell es por lo menos polémico. De una intensidad pocas veces vista, se sube a escena ella sola porque tiene algo que contar. Y no es poco. Para muchos el modo puede resultar por demás salvaje. Será porque el maltrato hacia la mujer, y sobre todo a las niñas, es una práctica tan brutalmente cotidiana que si no nos golpean con imágenes fuertes corremos el riesgo de no tomar el tema por donde hay que tomarlo.Ella, como muchas mujeres, ha sufrido un abuso de pequeña que no sólo la lastimó físicamente, sino que dejó en ella la vergüenza, el ultraje. Y eso queda. Esa niña tenía sólo nueve años y sintió vergüenza de contarlo, situación que merece una reflexión. Ella jamás lo dirá...

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