No sos vos, es el calor el que afecta el comportamiento

No es solo una sensación que cuando hace mucho calor estamos más lentos: es así y está estudiado

¿Qué tiene que ver el calor con el plan de telefonía celular que elegimos? ¿O la luz solar con los rendimientos bursátiles de empresas que no se relacionan con el clima? Parece que bastante. El calor extremo afecta racionalmente muchas de las decisiones que tomamos (por ejemplo, tenemos más ganas de tomar un helado mientras atravesamos una ola de calor que en invierno), pero también de formas imperceptibles, interesantes y sutiles.

Para empezar a entender las maneras menos obvias en las que la temperatura afecta nuestro comportamiento, primero podemos pensar en el plano cognitivo. No es solo una sensación que cuando hace mucho calor estamos más lentos: es así y está estudiado . Durante una ola de calor, un grupo de alumnos en Harvard fue sometido a pruebas diarias de cognición apenas se levantaban. Aproximadamente la mitad vivía en edificios nuevos, con aire acondicionado, y la otra en edificios más viejos, sin aire. Los estudiantes de este segundo grupo, más expuesto al calor, fueron en promedio un 13% más lentos para responder y sus respuestas fueron menos precisas en relación con los que sí tenían aire.

Una lógica similar fue aplicada por los investigadores Amar Cheema y Vanessa M. Patrick, de las universidades de Virginia y Houston, respectivamente: dividieron a los participantes de un estudio en dos habitaciones, una fresca y la otra calurosa, y les pidieron que eligieran entre planes de telefonía celular. Los que estaban en el cuarto más caluroso eligieron los planes con peor relación precio-servicio. Probablemente estos días de verano no sean los mejores para tomar decisiones complejas.

Más allá de esas reacciones cognitivas inmediatas, lo sorprendente es que el calor modifica nuestras decisiones incluso en aspectos de largo plazo que deberíamos poder aislar de la temperatura. Por ejemplo: la compra de un auto o una casa, dos activos costosos y duraderos.

Más allá de esas reacciones cognitivas inmediatas, lo sorprendente es que el calor modifica nuestras decisiones incluso en aspectos de largo plazo que deberíamos poder aislar de la temperatura. Por ejemplo: la compra de un auto o una casa, dos activos costosos y duraderos. Si tenemos pileta en casa la vamos a usar más en verano que en invierno. Pero cuando compramos una casa en general pensamos quedarnos varios años y vivir allí los 365 días del año: que la compremos en enero, cuando...

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