No siempre se castiga el mal estacionamiento

Había dejado mi vehículo sobre la calle Ricardo Levene, correctamente estacionado sobre la derecha, a unos 20 metros de la esquina con la avenida Pueyrredón. Al regresar, ¡oh, sorpresa!: el auto había desaparecido.

Un servicial encargado, franela en mano, me indicó que la llamada playa de infractores estaba, por suerte, a sólo tres cuadras, detrás de la Facultad de Derecho, en el cruce de las calles Bibiloni y Couture.

Habría media docena de agentes de tránsito del gobierno porteño, una especie extinguida en muchos barrios.

Me informaron que mi vehículo había sido acarreado por haberlo dejado en la esquina sobre una rampa. Fue en vano explicar que el auto estaba lejos de la esquina.

El agente de tránsito, detrás del vidrio, con espíritu conciliador, repetía como un autómata: "Bueno, señor, puede llamar al 147 y pedir turno con un controlador para explicarle la situación...".

Una señora, elegantemente vestida, me dijo resignada mientras cerraba su pequeño bolso Louis Vuitton, luego pagar $ 450 en la caja: "Yo también dejé el auto a 20 metros de la esquina y me hicieron la boleta por dejarlo en la rampa. Lo que pasa es que aquí el negocio es el acarreo y cuando retire su auto fíjese que casi todos los coches que están en la playa son nuevos, no se llevan un Renault 12 ni un Torino destartalado, pues saben que esos conductores no pagan".

Me sumé a la resignación y pagué. Lo llamativo fue que al salir de la playa de tierra junto a la villa 31 la mujer de la cartera francesa, irritada, me señaló la vereda de la calle Couture llena de autos mal estacionados; de ellos bajaban o subían agentes de tránsito o empleados de la concesionaria del acarreo.

Lindo ejemplo...

BARTOLOMÉ MITRE AL 1200, UNA CUADRA QUE PARECE OLVIDADA

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