No hay nada mejor que la familia unida... frente al televisor y viendo a otras familias

En la tercera era dorada de las series, si hay algo que está claro es que los contenidos abundan y lo complicado no es qué ver, sino todo lo que uno no está viendo. A veces, las horas del día no alcanzan para mirar ese nuevo capítulo de la serie de zombis que ya se sigue por inercia, para disfrutar de las aventuras de superhéroes adaptadas al tamaño de la pantalla hogareña o para meterse de lleno en aquel policial danés que recomiendan tanto en las redes sociales.

Y lo cierto es que por más variado y extenso que sea el menú de ficciones dirigidas al codiciado grupo de espectadores conocidos como los jóvenes-adultos y los adultos-adultos, las opciones se vuelven menos numerosas cuando se trata de un viejo clásico de la TV: los programas para ver en familia sentados en el sillón y peleando por el control remoto.

Tan empeñados están los creadores de series en contar historias cada vez más novedosas, duras, cruentas y muchas veces violentamente crueles que se olvidan de aquel antiguo ritual de reunir a toda la familia frente al televisor -que ahora pudo mutar en pantalla de la computadora, teléfono o tablet- para disfrutar de esas ficciones que los hacían reír, llorar y, sobre todo, reconocerse en algunas de las escenas que reproducía la pantalla. Una señal que indicaba que cada hogar podía tener especificidades, pero que al final del día -o del capítulo- sus historias son universales. Ficciones como entretenimiento y espejo del entramado social que las incluye y, al mismo tiempo, las excede. Las mejores, las más exitosas y perdurables solían tener en el centro a una familia y unos conflictos que de alguna manera emulaban los de su época.

Algo que sigue siendo cierto, aunque no lo parezca, o los canales y servicios de streaming no lo promuevan ad nauseam como el resto de su contenido. De hecho, las series familiares sobreviven entre dramas pensados estrictamente para el público adulto y los premios que podrían conseguir. Y hacen mucho más que eso. Porque cuando muchas otras ficciones dan una y mil vueltas para evitar hablar del mundo real, las series protagonizadas por grupos familiares son tan diversas y multiculturales como el público al que están dirigidas.

A continuación, una lista de ficciones que al contar sus historias es como si estuvieran narrando la nuestra. Son series que reivindican un subgénero que no estará de moda, pero que, cuando se lo necesita, aparece. Como la familia.

Sitcom a la cubana. A lasitcomtradicional, grabada con varias cámaras en un estudio y ante un público al que se le pide que festeje cada chiste con risas -si son carcajadas, mejor-, se la dio por muerta tantas veces que hablar de su vuelta a la vida empieza a sonar a...

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