'No es fácil llegar a dos finales seguidas'

FOXBOROUGH, Estados Unidos.- Messi, Messi, Messi. Ni la Argentina ni Venezuela, Messi. Ni los goles de Gonzalo Higuaín ni las atajadas de Sergio Romero, Messi. Lo que se venía sintiendo en cada participación del equipo de Gerardo Martino en la Copa América de Estados Unidos ayer se profundizó. No importó que hayan sido los cuartos de final ni que haya estado en juego la continuidad de la selección en la competencia. Alcanzaron los primeros tres minutos del partido para darse cuenta que las más de cincuenta mil personas que colmaron el estadio no fueron ni por la Argentina, ni por Venezuela. Fueron por Messi.

Cuarenta segundos y el grito empieza en una tribuna que contagia a todas. "Messi, Messi, Messi". Vuelve el silencio y sigue el juego. Un minuto y veinte segundos, otra vez: "Messi, Messi, Messi". El tamaño mundial de sus 170 centímetros se hace carne en el contacto con la gente. Los récords que rompe cobran vida cuando un chico estadounidense que podría soñar con jugar el Superbowl llora de la emoción porque lo tiene cerca. El efecto Messi es una ola que no salpica, inunda.

"Yo entiendo a la gente. Todos queremos ganar, pero no es fácil llegar a dos finales seguidas; ahora estar de vuelta en una semifinal. Estoy feliz por lo que significa el récord de Bati, lo tomo como positivo, pero lo más importante es que el equipo sigue ganando, sigue teniendo un juego protagonista y ahora vamos por más", dijo un sincero Messi a la salida del vestuario.

En el partido, el foco siempre fue Messi. La causa que provoca el fenómeno se desnudó a los 7...

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