Si no está bien, más peligroso se pone

River no llega en su mejor momento al Mundial de Clubes, y aunque parezca un contrasentido, eso lo convierte en un rival de riesgo para los demás. Su favoritismo ante Sanfrecce Hiroshima no es tan acentuado como podría haber sido hasta hace un tiempo. Y en una hipotética final contra Barcelona, las apuestas lo tendrían bastante atrás.

Más o menos en forma, a este River no se lo puede subestimar porque es bastante inmune al desaliento y al conformismo. Esa actitud es la que le inculca Marcelo Gallardo desde hace un año y medio, cuando recibió un plantel que casi al mismo tiempo de consagrarse campeón con Ramón Díaz empezaba a desintegrarse y se reforzaba poco y sin nombres rutilantes. Todo invitaba a un semestre de transición, de reacomodamiento a un nuevo ciclo, pero en ese tramo final de 2014 River jugó a un alto nivel, que bien quisiera recuperar en esta aventura en Japón. Sorprendió hace un año, fue reconocido unánimemente como el mejor y sólo se le escapó el torneo local que obtuvo Racing porque hizo del título de la Copa Sudamericana una prioridad. Ese fue el primer ejemplo de que las ambiciones y las condiciones de Gallardo para preparar un equipo eran mayores que lo que podía intuirse.

No sería la única vez que su River se pone por encima de especulaciones poco optimistas. A mediados de abril, el Mundial de Clubes era una quimera. De los seis partidos de la etapa de grupos por la Copa Libertadores, en cinco de ellos y en 70 minutos del último estuvo fuera de los puestos de clasificación. Llegó a octavos de final de manera milagrosa, como el peor de los 16...

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