El niño grande que nos sigue sorprendiendo

Hay niños que juegan durante todo el día y sus padres comentan con asombro que nunca se cansan; que llega la noche y todavía siguen con las pilas bien cargadas. En los últimos años, cada vez que al pianista y director de orquesta Daniel Barenboim se le preguntó qué quedaba de aquel niño prodigio que una vez fue, él solía responder en broma: "Sigo siendo un niño". Toda broma tiene algo de verdad. Y sí, sigue siendo un niño que nunca se cansa y que nunca descansa, ni siquiera un 1° de enero.El tradicional Concierto de Año Nuevo, que se realiza desde 1939 en el lujoso auditorio vienés Musikverein fue dirigido, para iniciar 2014, por Barenboim. Y según algunos críticos, resultó el mejor que se escuchó en los últimos años. Es cierto que el director anunció, meses atrás, que en enero de 2015 dejará su cargo en la dirección artística de la Scala de Milán, pero eso no es signo ni síntoma de que a sus joviales 71 años piense en un retiro de los escenarios.Barenboim nunca fue un director "del momento". Es una figura de todos los momentos que le toca vivir, porque su prestigio fue construido sobre la base de talento y una claridad intelectual que no cualquiera alcanza. Seguramente tuvo su cuarto de hora de fama en esos años de juventud, cuando se juntaba con otros músicos talentosos (incluida su esposa, Jacqueline du Pré). Pero más allá de esos tiempos de "fama", ese prestigio se consolidó por una constancia y una dedicación al trabajo que, sumadas a su talento, lo convierten en un músico sin par. Pensamientos maduros que van de la música a la política; interpretaciones excelentes que obtienen a cambio respuesta excelentes tanto del público como de la crítica. Y esta vez, el concierto vienés no fue la excepción.La función, que se lleva a cabo la mañana de Año Nuevo, es una tradición que ya tiene 75 años y se basa en los...