Neurociencias: el corazón late también en el cerebro

Un nuevo estudio de investigadores argentinos, que auscultó en detalle cómo el cerebro monitorea en forma continua los estados internos del organismo, vuelve a respaldar una idea que desde hace mucho se intuye y que avalan cada vez más las evidencias científicas: que no existe una dualidad mente/cuerpo. Es más: el trabajo, que se publica en Philosophical Transactions of the Royal Society B, la revista científica más antigua de la humanidad, en la que se dieron a conocer trabajos de Newton y Darwin, entre muchos otros, sugiere que hay una via regia, una autopista de doble mano, entre el cerebro y el corazón.

"La filosofía de la ciencia se preguntó alguna vez, a través de un experimento mental, si un cerebro despojado de cuerpo y alimentado a través de tubos podía seguir existiendo -cuenta Agustín Ibáñez, coautor del trabajo y director del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (Incyt, de triple dependencia: Conicet-Ineco-Favaloro)-. Hoy sabemos que el cerebro no es un órgano pasivo que sólo responde a estímulos externos, sino que depende más de los estados corporales de lo que nos habíamos imaginado."

Partiendo de la idea de que usamos la memoria de nuestros estados corporales al tomar decisiones en situaciones ambiguas, es decir, con poca información, los investigadores del Incyt combinaron diversos métodos neurocientíficos para analizar la "interocepción" cardíaca, que es la capacidad que todos tenemos de monitorear los estados internos del corazón.

"En gran parte, la interocepción es inconsciente -explica Ibáñez-, por eso influye en procesos que también son inconscientes. Lo singular del caso es que distintos experimentos sugieren que cuando la certeza es muy baja «decide» el corazón: si una categoría ambigua está sintonizada con el latido cardíaco, tendemos a elegir ésa."

En este trabajo (doi: 10.1098/rstb.2016-0006), la bióloga Indira García-Cordero y el psicólogo Lucas Sedeño, de 27 y 29 años, respectivamente; el neurocientífico Adolfo García, y colegas de varios centros (entre otros, de la Universidad Adolfo Ibáñez, de Chile) trabajaron con cuatro conjuntos de pacientes.

Uno de ellos estaba integrado por personas que habían sufrido un accidente cerebrovascular en regiones frontales y en la "ínsula", una estructura ubicada sobre la superficie lateral del cerebro; el segundo, por pacientes con demencia frontotemporal; el tercero, por personas con mal de Alzheimer, y el cuarto fue el grupo control.

El radar interno

Empleando...

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