Nelson Goerner: 'Hay que darle nuestra sangre a la interpretación de la obra'

En su libro El piano: notas y vivencias, Charles Rosen observó que los gestos del pianista eran inevitablemente una traducción visual del sentido musical. Si la frase de Rosen y su idea fueran ciertas, la gestualidad de Nelson Goerner se correspondería con una contención que extrae toda su expresividad de lo que se guarda; la punta de un iceberg, diríamos

Esa contención es un atributo excepcional para cualquier repertorio, y especialmente para el Concierto en sol de Ravel, la pieza que tocará hoy con la Orchestre de la Suisse Romande, dirigida por Jonathan Nott, en un programa para el Mozarteum Argentino que se completa con Preludio a la Siesta de un fauno, de Claude Debussy, y la Sinfonía Nº 3, de Brahms. Mañana, la misma orquesta hará el Concierto para violonchelo de Antonin Dvorák (con Xavier Phillips como solista) y Una vida de héroe, de Richard Strauss.

Pero volvamos a Goerner. Hace cuatro años lo escuchamos tocar, también para el Mozarteum, la sonata Hammerklavier, de Beethoven, algo un poco distante del Concierto de Ravel. La elección del repertorio, para una pianista, puede regirse por el simple capricho o por la voluntad de exponerse a piezas que hasta entonces no había tocado. "También puede haber una conjunción de varias cosas -acota el pianista argentino-, pero lo esencial es que responda a una necesidad interior. No puede ser la imposición de un organizador de conciertos. No puede ser tampoco el simple desafío, aunque pueda estar el componente de enfrentarse con un repertorio diferente. El repertorio del pianista es amplísimo y hay momentos en que un repertorio se impone y surge como una evidencia. Un llamado".

-En su libro de conversaciones con Joseph Horowitz, Claudio Arrau establecía una diferencia muy clara entre el momento del estudio y el del concierto, que tenía una mayor carga emocional. Parece una idea muy inteligente, como todas las de Arrau, pero ¿es posible?

-Sí, es posible. Conozco también otros pianistas que preferían estudiar "en frío" y reservarse emocionalmente para el momento del concierto. Uno de ellos era Dinu Lipatti, nada menos. Él estudiaba en frío y decía que era un deber volver a examinar la partitura cuidadosamente. Partir desde cero. Eso es muy importante para mantener la frescura y la espontaneidad de la interpretación. Y al mismo tiempo no alejarse del texto. De ese libro de Arrau que mencionaste me impresionó desde chico una frase en particular. Arrau decía que el intérprete tenía que ser como un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR