El negocio de la droga se expande en silencio

Los presidentes pasan, los narcos quedan. Habrá una nueva etapa política luego del ballottage de hoy entre Iván Duque y Gustavo Petro, con un nuevo presidente. Pero los colombianos temen que el negocio de la droga y las muertes asociadas al narcotráfico seguirán entre ellos, incluso con más energía y capacidad de daño.

Así lo marcan las estadísticas, que revelan que los cultivos ilegales y la violencia criminal viven en Colombia un peligroso boom, que crece a pesar de las cambiantes -y a menudo decepcionantes- estrategias oficiales.

"El país está inundado de coca, sobre todo en las zonas fronterizas", advirtió días atrás el procurador general, Fernando Carrillo. Colombia es el primer productor mundial de hojas de coca y el mayor productor de cocaína. Los cultivos alcanzaron las 180.000 hectáreas en 2017, la cifra más alta en dos décadas.

¿Pero quiénes son estos narcos que prosperan como nunca? Son grupos que se disputan las distintas etapas del negocio, desde el cultivo a la exportación, en las alturas marginales y las zonas fronterizas. Bandoleros asociados a los carteles mexicanos, llegados con toda su experiencia de traficar a Estados Unidos y convertidos enseguida en los amos del juego.

"El gran cambio de los últimos 15 años ha sido la irrupción de los mexicanos, que pasaron a controlar el negocio y mostraron un nivel de crueldad, violencia y desestabilización mayor que los colombianos", dijo a LA NACION Francisco Miranda, director de la consultora política EmeTres. Y destacó que ahora Colombia es además un país de consumo, una novedad, con la consiguiente violencia urbana que se desató por la captura de los nuevos mercados.

Queda claro que el negocio de la droga es innovador como Silicon Valley: los narcos cambian de nacionalidad, territorios y objetivos, pero también de estilo, tamaño y estructura. Y se abren camino con facilidad entre las trampas y tretas tendidas más o menos a ciegas por las autoridades.

La fundación InSight Crime, dedicada a investigar el crimen organizado, señaló en un informe que los señores de la droga se sacaron las botas de cocodrilo y que es probable que "conduzcan una Toyota en vez de una Ferrari, y que vivan en un departamento de clase media alta en lugar de habitar una mansión".

Entre estos tiempos violentos y los también criminales años 80, cuando la marca registrada de los bajos fondos era el capo del cartel de Medellín Pablo Escobar y su zoológico privado, los narcos se volvieron más discretos. A la...

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