Una Navidad para deponer rencores y volver a dialogar

http://www.lanacion.com.ar/saqueos-t48972 que, por conocidos, no deben dejar de preocuparnos. Hubo saqueos, ataques a comercios y enfrentamientos entre vecinos, seguramente promovidos por organizaciones que encuentran en la extorsión y la violencia su modo de vidaLas dolorosas imágenes transmitidas por la prensa hicieron recordar la profunda crisis de fines de 2001, cuando casi 40 personas murieron en enfrentamientos en varias ciudades del país. En esta oportunidad se registraron dos muertes en la provincia de Santa Fe, mientras decenas de ciudadanos resultaron con diversas heridas como consecuencia de la lluvia de piedras arrojadas durante el desarrollo de hechos vandálicos principalmente en el Gran Rosario, en Bariloche y en Campana, en la provincia de Buenos Aires.http://www.lanacion.com.ar/1539249-abal-medina-apunto-a-los-gremios-de-moyano-y-barrionuevo-por-los-saqueos que hace muy poco había anunciado su decisión de no volver a enviar gendarmes a los conflictos sociales, se vio en la obligación de desandar sus pasos para evitar que un posible efecto contagio desmadrara aún más la situación.Se han barajado variadas hipótesis de por qué este tipo de manifestaciones se producen en cercanías de las fiestas de fin de año. Una de ellas es la mayor sensibilidad que provoca la Navidad, especialmente en sectores postergados económica y socialmente. Sin ánimo de justificar ningún accionar violento, es necesario reflexionar sobre este punto. La maquinaria de exitismo propagandístico del actual gobierno no ha podido ocultar lo inocultable: hay mucha gente sin empleo, con niveles de vida sumamente precarios y pocas expectativas de salir adelante.El Estado ha preferido incrementar su política clientelista con un festival de subsidios, en desmedro del trabajo seguro y registrado. Nada hay más desalentador para el empleo en blanco que las dádivas indiscriminadas e, incluso, superpuestas. A eso hay que agregar la negación de la galopante inflación por parte de las autoridades, cuyo efecto negativo siempre es mayor entre quienes ganan menos.La Navidad vuelve a encontrar al país en un momento crítico. A los padeceres económicos de numerosas familias hay que sumar el error de las autoridades de haber exacerbado casi al límite el odio entre clases sociales. Se ha invitado a ejercer el resentimiento quizá como pocas veces antes en nuestra historia política y social. Ser de clase media y alta es para el relato oficial poco menos que ser golpista; pensar distinto no merece...

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