Narcos. Una bolsa de marihuana que eludió controles alcanzó para dar un golpe al portaaviones que simboliza el poder militar de los EE.UU.

El Nimitz sufrió serios daños el 26 de mayo de 1981

Hace casi cincuenta años que el portaaviones nuclear Nimitz escenifica la capacidad de combate de los Estados Unidos. Su denominación, en homenaje al almirante que comandó la Flota del Pacífico en la II Guerra Mundial, se volvió a su vez un genérico para mencionar a esas unidades cuyo movimiento hacia una zona de conflicto causa temor en los enemigos. En las cinco décadas de operaciones del Nimitz fue un factor dominante, sin enemigos que pudiesen siquiera acercarse a los grupos de batalla que encabezan esos navíos. Está cerca de pasar a retiro. La Marina de los EE.UU. tiene previsto desprogramar a esa gigante de 6000 tripulantes en 2026. Solo el tiempo parece poder derrotarlo. Pero una vez quedó fuera de servicio y estuvo muy cerca de ser destruido. No fue un misil furtivo ni un intrépido comando los que pusieron en riesgo a esa base área que se mueve. El único enemigo que le causó bajas y puso en riesgo su estructura fue una simple bolsa de marihuana que pasó bajo el radar. El 26 de mayo de 1981 sonaron las alarmas en control de averías. La pista flotante se había convertido en un infierno.

Los capos de la droga por entonces no eran blancos perseguidos por funcionarios norteamericanos. La presidencia de Ronald Reagan había empezado cuatro meses antes y el Pacto de Varsovia estaba en la lista de prioridades miles de puestos por delante que el Cartel de Medellín, por caso. Pero un ignoto traficante de marihuana haría subir de escala ante los ojos de Washington a los vendedores de drogas. Un Grumman EA-6B se aproximaba al portaaviones Nimitz que navegaba frente a la costa de Florida. La aeronave de guerra electrónica cumplía un vuelo de adiestramiento, nada anormal hasta ese momento en la tripulación de cuatro hombres. El piloto se preparaba para la maniobra final, ese toque en la cubierta que siempre es complejo, pero tampoco algo extremadamente difícil para quien tiene muchas horas de ejercicios en descensos en la plataforma flotante. En abril de este año, el portaaviones Nimitz alcanzó, mientras navegaba en la zona del Mar de China, el récord de 350.000 aterrizajes. Pero lograr engancharse en uno de los cuatro cables de acero que atraviesan la pista y permiten la desaceleración inmediata tiene su técnica.

El portaaviones Nimitz, después del accidente en cubierta

En la cubierta de vuelo de un portaaviones siempre hay mucho personal cuyas funciones están señaladas por los colores de los...

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