De músicas ligeras y poetas eternos

Frío, mucho frío en Buenos Aires. Un festival, Ciudad Emergente; un escenario al aire libre, en la terraza del Centro Cultural Recoleta, y cientos de personas moviéndose, escapándole al congelamiento gracias a las canciones en plan solista de Abril Sosa. Tiene algo de camaleón este joven de 30 años y bastante de tipo inquieto. Porque dejó la batería de Catupecu Machu cuando la banda acababa de dar el gran salto; porque desintegró su grupo, Cuentos Borgeanos, cuando éste ya tenía una discografía sólida; porque se fue a Nueva York; porque volvió de la Gran Manzana, pero, sobre todo, porque ahora está sentado a la mesa de un bar porteño bien tradicional, tomando cerveza y diciendo que la música no es su plan, sino la vida.Es un día feriado y en el bar San Bernardo de Corrientes, altura Villa Crespo, los parroquianos juegan al dominó, al pool y a las cartas. Los más jóvenes optan por el ping-pong, que parece haber vuelto a ponerse de moda entre estas cuatro paredes. Todo esto sucede atrás, en el amplio y generoso salón. Adelante, frente a la barra, compartimos una mesa con Miguel, Abril o Aprile Sosa. Llámenlo como más les guste, él responderá a todos estos nombres."Un concierto es un espectáculo donde uno tiene que proponer y dejar la egoteca de lado." Desde el inicio mismo de la charla, Abril se ubica en el vértice donde el músico de rock se une con todas sus otras inquietudes. En su caso, con el lector de Borges y de Papini (el nombre de su disco solista es un préstamo que le concedió la novela de Papini, El piloto ciego), con el viajero frecuente, con el melómano, con el poeta, con el cocinero y, en un futuro cercano, con el aprendiz de jugador de ping-pong. "La próxima te juego un partido", dirá por Twitter (http://www.twitter.com/abril_sosa) y habrá que tomarle la palabra, porque es muy probable que este ex baterista ya esté tomando clases.¿Ex baterista? Sí, así es. Porque después de tener a su cargo por ocho años los parches de Catupecu Machu ?desde sus 14 años hasta sus 22? el joven activó ese proyecto que llevaba años dando vueltas en su cabeza, que se llamaba Cuentos Borgeanos desde su prehistoria misma y que lo contemplaba como cantante. Ahora cambiaron los nombres, pero no la postura."Sólo tocaría la batería en Foo Fighters ?responde y se ríe Abril de su ocurrencia?. No tocaría la batería por una razón casi estética. Es un instrumento muy abstracto para mis ganas, es casi como tratar de expresarse jugando al ping-pong. No digo lo rítmico, porque...

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