La música, el arte y la existencia, en la mirada de Daniel Barenboim

Apenas terminada la conferencia, Daniel Barenboim abraza a Roni Mann, la directora del Departamento de Humanidades en la Academia Barenboim-Said, de Berlín, y mientras abandona la Sala Argentina del CCK le dice por lo bajo a quien lo acompaña: "Cuando era muy joven y tocaba solamente el piano, la gente se preguntaba: ?¿Qué tocó Barenboim?'. Cuando empecé a dirigir, decían: ?¿Qué dirigió Barenboim?'. Ahora, en cambio, preguntan: ?¿Qué dijo Barenboim?'". El humor del maestro es como el que Goethe aseguraba encontrar en los aforismos de Lichtenberg: varita mágica que descubre un problema oculto detrás del ingenio. Realmente, aquello que Barenboim dice con palabras nos importa tanto como lo que hace con el piano o con la orquesta, con la salvedad de que esos tres vértices están bien conectados. No por nada su festival lleva el nombre de "Música y reflexión". "Se aprende a pensar en y con la música -explicó en el coloquio de anteayer, el primero de varios en estos días-. La intuición es importante, pero un músico que no sabe pensar no puede realmente ver todos los aspectos de la obra. La verdadera disciplina es crucial. Todo tiene un precio. Y cuando se hace algo bien, se es pagado. Es amar y ser amado".La última frase oculta una cita: el terceto final del poema que Borges dedicó a Spinoza en La moneda de hierro: "Sigue erigiendo a Dios con la palabra./ El más pródigo amor le fue otorgado,/ el amor que no espera ser amado". Es posible que Barenboim haya extraído de la Ética de Spinoza conclusiones que refirió a la música. Lo dejó en claro en un artículo que escribió hace más de quince años: "Debo decir aquí que uno de los postulados centrales de Spinoza -no desvincular la razón de la emoción- se ha convertido en mi forma fundamental de ir al encuentro de la música". Del mismo modo, muchas de las conclusiones que extrajo de la música tienen una validez más allá de ella, una validez existencial. Por ejemplo, un pianista toca un día y debe volver a tocar al día siguiente. "La tendencia es tratar de repetir lo que uno piensa que salió bien ayer y cambiar lo que no salió bien -le contó al auditorio-. Grave error. Porque lo que salió bien ayer salió bien para el momento de ayer. No es nada fijo. La obra musical dura mientras se toca, de las 8 a las 8 y 20, si dura 20 minutos. En la música, todo es irrepetible. Cuando es la repetición mecánica de lo que salió bien o mal, eso ya no tiene el contenido musical. La repetición mecánica da un sentido...

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