Musas para una lengua en extinción

Hay sonido ambiente de cóctel, hielitos que golpean contra el vidrio de los vasos en un departamento neoyorquino y sonrisas de personas que parecen estar viendo a un Dios. "Señor Singer", dice entonces la muchacha de dientes grandes. "¿Cuándo usted sueña, sueña con su viejo país o con el actual?". Fuera de cámara, la voz de un anciano responde en un inglés gutural: "Lo único que puedo decirle es que sueño en idish. Y que un escritor debe escribir en la lengua que sueña". La escena pertenece al trailer de The Muses of Bashevis Singer, un documental reciente cuyo foco de atención es el "harén" de traductoras con quienes el gran escritor estadounidense de origen polaco Isaac Bashevis Singer (1904-1991) trabajó por décadas en lo que llamaba sus "segundos originales", es decir, la traducción de sus obras al inglés, el idioma por el que, finalmente, consiguió fama internacional.

Los directores del documental, los israelíes Asaf Galay y Shaul Betser, entrevistaron a algunas de las decenas de mujeres que transcribían los textos de Singer desde el idish al inglés en obsesivas sesiones dialogadas, interrumpidas por comentarios y propuestas sexuales de un hombre que fue también célebre por batir récords amorosos hasta el día en que el Alzheimer lo dejó sin recuerdos. Muchas fueron reclutadas en eventos literarios o reuniones sociales. Una de ellas cuenta que cuando, luego de charlar sobre diversos temas, Singer le preguntó "¿Le gustaría ser mi traductora?", la frase sonó casi a "propuesta matrimonial". El resultado es un mosaico de anécdotas de aquellos encuentros de trabajo (generalmente en los departamentos de las traductoras) y la ferocidad con que Singer encaraba una tarea de filigrana que, como señala Florence Noiville, una de sus biógrafas, terminó dando lugar a dos obras simultáneas y diferentes.

En rigor, más allá de la simpatía o inteligencia de las musas que tipeaban y hacían sugerencias, Singer era su propio traductor y las muchachas, sus asistentes en la tarea. En cuanto a si existía además algún tipo de vínculo amoroso entre el jefe y las empleadas, todas reconocen haber recibido insinuaciones sexuales por parte de Singer y algunas incluso admiten que mantenían seductoras conversaciones con él pero, como diría otra de sus biógrafas, Janet Hadda, siempre dejan caer coquetamente la idea de que "él dormía con todas menos conmigo".

"Mucha gente me pregunta por qué escribo en una lengua que se muere. Y yo les respondo, en primer lugar, que amo...

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