Murió el maestro Guillermo Roux y el arte argentino pierde a uno de sus más grandes pintores

El excepcional artista plástico Guillermo Roux murió esta madrugada a los 92 años

Guillermo Roux fue el acuarelista más grande del arte argentino, un maestro indiscutible, que con su muerte, esta madrugada, deja un legado de pinturas y murales eternos tan indelebles como su recuerdo en quienes lo quisieron. Hacedor incansable, no dejó de dibujar hasta el último día en que pudo sostener un lápiz . El último año lo pasó entusiasmado con una serie que prometió mostrar en 2022 en el Museo Nacional de Bellas Artes, carbonillas y collages con motivos de balsas de náufragos que hablaban de la vida, la salvación, las migraciones, las luchas, las tragedias, el raro mundo en que vivimos y ese otro mar hacia donde surcaremos cuando ya no estemos más acá.

Roux en su taller, 2009

Frente a la página en blanco siempre sentía lo mismo. "Estoy en el paraíso. Quisiera vivir ahí. ¡Vivir ahí!", decía. Por eso, cuando hace una semana empezó a sentirse mal y se internó para estudios y controles, lo primero que pidió fueron sus cuadernos y lápices. El arte era su vida, desde el primero hasta el último minuto. Algunas semanas antes había entrado en un ritmo frenético de trabajo y había aumentado su preocupación por el cuidado de su compañera de los últimos cincuenta y cuatro años, Franca Beer. Cuando supo que el cansancio que tenía se debía a una enfermedad avanzada, una leucemia aguda que despertó de golpe, se entregó a su último viaje con sabiduría, sin dolor, rodeado del afecto de los suyos. Anoche, se sumergió en el mundo de sus ensoñaciones y fantasías, donde seguirá para siempre disfrutando del juego de imaginar. Son muchos los que pueden dar testimonio de su generosidad infinita y que podrán despedirlo el lunes, a las 11.30, en un responso en el Jardín de Paz. Su única ambición era tiempo y espacio para crear.

Roux y Franca en la foto titulada a mano "Las medias rojas", 1995; detrás, el mural "La Ronda".

El camino de Guillermo Roux en el arte empezó quizá antes de saber caminar: creció viendo a su padre, Raúl Roux, dibujante de oficio, historietista de profesión. Nació en Buenos Aires, el 17 de septiembre de 1929. De chico espiaba a su padre doblado sobre el tablero toda la noche, y a su madre al lado cebándole mates. Fue ella quien le enseñó a "correr la gotita de agua en la acuarela", cuando él empezó a empuñar los pinceles en su casa de Flores. Decidió abandonar sus estudios secundarios para ingresar a la escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, donde fue alumno de Lorenzo Gigli y Corinto Trezzini.

A los quince logró su cometido: vivir entre dibujantes, cuando entró como ayudante en la editorial Dante Quinterno. Ya entonces se destacaba como un colorista excepcional, a quien Quinterno confiaba las portadas de la revista Patoruzito . Fue en aquella redacción donde se descubrió pintor, cuando ante una tormenta no pudo más que traducirla en manchas. "El problema del color es...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR