Murió Carlitos Balá, a los 97 años

A los 97 años murió Carlitos Balá

"Ea-ea-ea pe-pé", repetía e inmediatamente todos sabían que era él. "¿Qué gusto tiene la sal?", preguntaba y un coro de niños y grandes siempre estaba dispuesto a responder, ¡salada! Humorista, actor, pero sobre todas las cosas un hombre querido por todos. Carlos Salim Balaá, más conocidos por todos como Carlitos Balá , murió después de atravesar algunos problemas de salud en los últimos años.

Sin ir más lejos, ayer por la noche había sido ingresado de urgencia en el Sanatorio Güemes con pronóstico reservado luego de sufrir una hipotensión -presión arterial baja-. Horas después el artista fallecía.

"Estamos todos destrozados", decía su representante, Maxi Marbuk, esta mañana en declaraciones televisivas. "Estaba todo bien y después, a los 10 minutos... había fallecido", agregó conmocionado por el triste desenlace.

Balá, que fue nombrado ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires en 2017, será velado hoy en el edificio de la Legislatura porteña. El público en general podrá asistir en el horario de 14.30 a 21 e ingresar por Av. Julio A Roca 575 . Este sábado, en tanto, los restos del conductor y humorista serán despedidos a las 11.15 en la capilla del cementerio de Chacarita, para luego ser trasladados al crematorio.

Hacer reír, su misión

Había nacido el 13 de agosto de 1925 en Buenos Aires; su padre era libanés y su madre argentina. "Cuando yo nací se rió la partera. Cada vez que puedo hacer reír a alguien me siento feliz", decía en 2013, al ser distinguido por su trayectoria en el Senado de La Nación. De joven solía viajar en colectivo, más específicamente en la línea 39, donde practicaba monólogos y contaba chistes para entretener a los pasajeros. "Los choferes eran amigos míos. Me pedían que fuera en viaje con ellos y que los divirtiera. A ellos se les pasaba rápido la hora de trabajo. Hasta se peleaban por llevarme". Pero no solo los choferes se divertían con sus bromas, sus amigos también.

"La cámara oculta de Tinelli, ¿viste? ya lo hacía hace más de cincuenta años en el barrio. Me pedían ‘andá a cargar al verdulero’, entonces iba, le revolvía todo y después le reclamaba: ‘¿No tiene un almanaque?’ El tipo me sacaba zumbando y cuando me agarraban los ataques de risa, me tapaba la cara y disimulaba que eran ataques de llanto. Ahí entraba la barra a las risotadas", le contó a LA NACION recordando sus comienzos .

Comenzó su carrera en la radio, pero fue desde la televisión donde cautivó a varias...

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