Mundo Larreta. Sus aliados y su plan para enfrentar al kirchnerismo en 2023

"Mariu, necesito hablarte", leyó María Eugenia Vidal en el chat de su celular. Anochecía en el 9 de septiembre y Horacio Rodríguez Larreta acaba de enterarse, cuando tomaba un café en la esquina de su casa, de que había anunciado Alberto Fernández. Mientras el jefe de gobierno porteño y su aliada de toda la vida analizaban planes de acción, se acumulaban en el teléfono de Larreta mensajes de los intendentes de Pro que, desde Olivos, asistían en vivo al recorte. "Nos dicen que vos sabías de todo esto", le dijo Jorge Macri, intendente de Vicente López, uno de los que quedaron en offside ante la medida. El jefe de gobierno les juró que acababan de llamarlo.Esa noche, Larreta convocó de urgencia a cinco funcionarios de su círculo más cercano a su departamento frente a la sede del Automóvil Club Argentino, en Palermo. Allí comenzó una maratón de borradores que iban y venían, en busca del mejor discurso de respuesta.Estaban su vicejefe de Gobierno, Diego Santilli; el jefe de Gabinete, Felipe Miguel; el secretario general de la ciudad, Fernando Straface; y dos hombres clave en la comunicación larretista: el encargado de opinión pública, Federico Di Benedetto y el vocero Christian Coelho. "Firmes, pero sin romper. Hay que seguir gestionando", pedía Larreta. La reunión se extendió hasta la madrugada y continuó en la sede de Parque Patricios a partir de las 7 del día siguiente. Terminó al mediodía, pero hasta las 20 el jefe de gobierno porteño practicó casi sin pausas el discurso en el que anunciaría la presentación de . "Los discursos no son su fuerte y lo sabe, por eso practica tanto", reconoció uno de sus colaboradores. El resultado: y medida que superó los 35 puntos de rating y que en el mundo de la política fue leída como un hito: el germen del lanzamiento de una candidatura presidencial."Voy a dedicar más tiempo a la política. Les pido no descuidar la gestión y también que me ayuden emocionalmente", le pidió Larreta a su gabinete, casi con tono intimista, en un "retiro" el mes pasado, con la tensión con la Casa Rosada como música de fondo. La quita de fondos de coparticipación, reconocen en Parque Patricios, aceleró los tiempos del armado nacional, que el larretismo imaginaba para "dentro de dos años", y obligó a Larreta a salir de su exclusivo rol de predicador del "diálogo y trabajo conjunto" con el Gobierno, una postura aplaudida en los sondeos de opinión, pero cuestionada por los dirigentes y votantes más extremos y ruidosos del macrismo.Como amante fanático de los planes "B, C y hasta D", como define con gracia un joven miembro del gabinete porteño, Larreta ya sostiene en su agenda diaria una clara subdivisión entre la gestión de la pandemia, el contacto con la calle -volvió a sus ya clásicos encuentros en bares y largas caminatas previos a la cuarentena- y la construcción política, con funciones delegadas para viejos y nuevos integrantes de su círculo de confianza. Además, sumó a su agenda clases particulares de historia económica argentina con el profesor Pablo Gerchunoff.Las reuniones de gestión, cuentan cerca suyo, son...

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