El mundo gris de online

El cierre del sitio Megaupload por parte del FBI agitó el avispero. El debate sobre la propiedad intelectual en Internet volvió a aflorar dentro y fuera del medio. Más allá del plano moral en que se inscribe la disputa entre autores, productores y editores que reclaman por la utilización de obras, y quienes pugnan por la libertad para compartir contenidos, el conflicto pone millones de dólares en juego. Son ejemplos los caudales de Megaupload, y las pérdidas estimadas en industrias atacadas por hackers, como el colectivo Anonymus que, entre otras acciones, desnudó ante el público parte del catálogo de discos y películas de Sony.En medio del escándalo, varios sitios atrajeron las miradas, por encontrarse en zonas grises respecto de leyes no del todo adaptadas a las demandas de la Web. En la Argentina, los cuestionamientos volvieron sobre Taringa! y Cuevana, ambos objetos de presentaciones judiciales. El primero, que negó lazos comerciales con Megaupload, fue destacado en el informe del FBI por derivar 72.000 archivos en poco más de un año a la página clausurada.Se juzgue positiva o no, hay diferencias entre las dos páginas argentinas y ese sitio. Una de ellas es que ni Taringa! ni Cuevana alojan el contenido en su propio sitio, sino que redireccionan a los usuarios a través de links a reservorios de información online .También difiere el modelo de negocios. Los ingresos de Megaupload venían de los micropagos de usuarios para acceder a descargas veloces. Según el FBI, el portal tuvo ingresos "ilegales" por US$ 150 millones y causó pérdidas por más de US$ 500 millones a distintas industrias.En la Argentina, donde sólo en 2011 empezaron a multiplicarse las alternativas pagas como Netflix y otros como OnVideo de Telefónica (películas), y iTunes (música), no hay estimaciones del supuesto daño que Taringa! y Cuevana causarían a los propietarios de derechos. Se desconoce igualmente cuánto ganan estas empresas, aunque en ambas es claro el origen de los ingresos. Taringa! no cobra un solo centavo a quienes depositen un link en su espacio virtual ni a los que navegan entre sus enlaces, así como tampoco Cuevana pide dinero a los que miran películas y series por streaming . ¿Cuál es la fuente de subsistencia entonces? La publicidad.No es fácil ignorar la masividad de estos sitios. Está a la vista: empresas de primera línea de consumo masivo, servicios como telefónicas o industrias como la automotriz publicitan ante los millones de usuarios de Cuevana y Taringa...

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