Mundiales y crisis: una constante que marcó la historia de la Argentina

En la madrugada del domingo 2 de junio de 2002, cuando la selección argentina debutaba en el Mundial de Corea/Japón, los diarios estiraron su cierre o lanzaron una segunda edición para incluir el triunfo 1-0 sobre Nigeria. Eran demasiado escasas las buenas noticias en el país como para ignorar un éxito. La portada de LA NACIÓN de aquel domingo abrió con un título a dos columnas ("Niega el Gobierno un adelantamiento de las elecciones") al que siguió otro recuadrado a cuatro columnas: "Primer festejo de todo el país después de 6 meses". El triunfo del seleccionado de fútbol daba a los argentinos un motivo de alegría, una tregua a tanta amargura.

Durante casi los últimos ochenta años, la disputa de los Mundiales de fútbol se superpuso con la zigzagueante historia de la Argentina, expresada cada cuatro años en turbulencias, momentos críticos o directamente trágicos, como ocurrió en 1982. La selección celeste y blanca participó en 16 ediciones del torneo, y no es audaz asegurar que, en la mayoría de los casos, el país no la pasaba bien.

Ese desacople se instaló desde el arranque. En 1930 coincidieron dos acontecimientos muy dispares. Jules Rimet, el titular de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), hizo disputar la primera Copa del Mundo en julio, cuando al mundo todavía lo sacudía el crack de Wall Street. Sus efectos golpeaban duramente a la Argentina, en la que, 37 días después de la final del Mundial que el equipo nacional perdiera 4-2 contra Uruguay, el general José Félix Uriburu inauguraba el nefasto ciclo de los golpes de estado, al derrocar el 6 de setiembre a Hipólito Yrigoyen.

El 80 por ciento de los ingresos públicos del país provenían del comercio internacional, que se redujo a la mitad tras el crack de 1929; así se produjo en 1930 lo que los expertos denominaron la tercera gran crisis de desempleo (después de las de 1890 y 1914) en la Argentina. Como la radio a transistores era una quimera, durante el Mundial las multitudes se agolpaban frente a las redacciones de los diarios, que recibían por cable las alternativas de los partidos y las informaban a través de pizarras.

Una larga ausencia en los Mundiales se cerró con la fallida participación de 1958. En mayo, Arturo Frondizi había asumido la presidencia; en junio la selección sufrió el llamado Desastre de Suecia (una derrota 6-1 ante Checoslovaquia) que motivó una lluvia de "huevos y monedas", según José Sanfilippo, integrante de aquel equipo, a la vuelta a Ezeiza...

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