Mundial y Malvinas: manuales que afectan a la democracia

Argentina atraviesa una crisis económica sin precedentes: 10% de su población vive por debajo de la línea de indigencia. Mientras tanto el gobierno fija sus prioridades en las más variadas temáticas. La prioridad evidentemente es la retención de poder a toda costa y para eso se dirimen en las últimas horas fuertes peleas para la eliminación de las Paso y la alteración del cronograma electoral en curso. En medio de la descomposición del poder real de la coalición gobernante aparecen iniciativas que no solo refuerzan la idea de anomia sino que simplemente dejan a la mayor parte de la población atónita ante el espectáculo que brindan las más altas autoridades intentando querellar a un personaje de ficción o gastando dinero público para la publicación de "manuales de comportamiento" para los corresponsales argentinos que viajen a cubrir el mundial en Qatar.

En las últimas dos semanas se hilvanaron estos dos sucesos, que la sociedad tomó con particular hilaridad. Primero el debate sobre lo que podía decirse o no sobre el Presidente en un reality show, luego el manual para evitar que los periodistas se refirieran al panorama "oscuro" de un equipo o relaten el contenido de los cánticos de los hinchas en las canchas.

Apartando el aspecto "meme" de ambos hechos provocaron, conviene reflexionar sobre el desacierto de las dos posturas gubernamentales sobre lo que puede o no decirse en televisión, radio, diarios o redes sociales.

Victoria Donda , que junto a Myriam Lewin , se autoerigieron como una suerte de comisarias del pensamiento y vigías de las redes sociales, ya no sorprenden con su concepción autoritaria sobre la prensa, la pluralidad de pensamiento o sobre la libertad de periodistas y ciudadanos para reflejar y contar la realidad según sus propias miradas. Ellas pretenden que los periodistas escriban según lo que dictan en sus manuales de estilo y que la opinión pública se forme desde sus personales perspectivas políticas sobre izquierdas o derechas, derechos humanos, diversidad sexual, cultural, étnica o religiosa . Ignoran que jamás puede ser un organismo o un funcionario estatal el que determine cómo y que puede decir un periodista, un corresponsal que realiza una cobertura deportiva dentro o fuera del país o un medio de comunicación. Los manuales de ética y los códigos de conducta profesional deben surgir de la auto-regulación de medios y periodistas y nunca ser una imposición de estado.

Tanto como Lewin cuando lanzó sus "Recomendaciones...

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