Las multitudes colombianas dejaron más solo al presidente

El presidente colombiano, Iván Duque, cerró las fronteras a cal y canto, para que la movilización nacional en su contra no tuviera, por si algo le faltaba, un condimento extranjero. Un condimento picante, infiltrados del chavismo que elevaran la temperatura del clima social de por sí recalentado por la indignación ciudadana y la militarización de las calles.El problema de fondo no venía de afuera, sino fronteras adentro. Campesinos, indígenas, sindicalistas, estudiantes, artistas, ambientalistas se distribuyeron, cada cual con sus carteles, cada cual con sus cantos y consignas, sus motivos, temores y esperanzas.Quizás alentados por la ola de protestas que recorre América Latina, los diversos sectores confluyeron de la mano en las grandes avenidas para llamar la atención del gobierno de Duque, cuyo nivel de popularidad es del 29%."Hay muchos acuerdos incumplidos con los indígenas, con los profesores, con los trabajadores estatales, y también reivindicamos el derecho a la paz por la violencia que se está dando", explicó el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, Diógenes Orjuela.Las marchas fueron convocadas en principio por los sindicatos, pero los distintos grupos alinearon sus reclamos mientras Duque agitaba el fantasma de la infiltración extranjera, y temía por un levantamiento que desestabilizara el gobierno.Los sindicatos clamaban contra la pérdida de derechos adquiridos. Sobre todo contra posibles reformas en los sistemas de jubilaciones y de trabajo. El gobierno aseguró que no hay ningún texto definido sobre esos temas, y que los proyectos que presente serán concertados. Pero la desconfianza es enorme.También estaba presente el problema de la violencia nunca acallada en vastas zonas rurales por las bandas armadas que siguen circulando con sus viejos fusiles.Los indígenas marcharon pidiendo medidas de seguridad para frenar los asesinatos de sus dirigentes y de líderes sociales. Los estudiantes pedían más recursos para la educación pública. Otros marcharon por el desempleo: casi el 11% de la población económicamente activa está desocupada, y entre los jóvenes esa cifra se eleva al 17%.Era tal la frustración generalizada que hasta hubo quienes militaron contra un reciente decreto que permite la caza de tiburones para comercializar sus aletas. Hasta el mar estaba embravecido."En Colombia no nos alcanzarían los 365 días del año si por cada uno...

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