Mujeres al volante: el desafío de manejar en un entorno machista

Cuando empezó, se burlaban de ella. Sus colegas hombres la mandaban a "lavar los platos". Ponían en duda su capacidad para volar un avión, la desafiaban. Hace apenas unos meses, durante un vuelo a Nueva York, sufrió el desprecio de un comandante que volaba junto a ella, pero pensó que era mejor no confrontar porque aún quedaban por delante 10 horas de vuelo. Fernanda Coronel tiene 41 años y hace 24 que es piloto comercial de avión. Actualmente, se desempeña en Aerolíneas Argentinas.

Ella es una de las tantas mujeres que trabajan en el transporte, un ámbito de tradición machista en el que deben abrirse camino imponiendo su conocimiento e impronta y sobreponiéndose a los prejuicios. De hecho, aun hoy el ferrocarril no incorpora mujeres en la conducción porque rige un convenio de 1887 que sostiene que el plantel debía estar conformado sólo por hombres.

Raquel Montañez es empleada en el subterráneo porteño: es la única mujer maquinista especializada. Y hay más: Jesusa Benguria es la primera conductora mujer del Premetro e Isabel Rivas conduce un taxi. Todas tienen una característica en común: la perseverancia.

En la Capital, entre el subte y el Premetro hay 628 maquinistas. Según datos de la concesionaria Metrovías, son 536 hombres que conducen las distintas formaciones y tan sólo 92 mujeres. Dentro de la comunidad de choferes de taxis, hay más de 18.000 hombres y 600 mujeres. Y en el área de la aviación, el porcentaje también es reducido: se estima que sólo el 1% de los comandantes y copilotos son mujeres.

Fernanda Coronel es delgada, tiene el pelo lacio y un tono de voz que se impone. Su abuelo era piloto, pero a ella, de chica, no la entusiasmaba demasiado volar. Tampoco tenía muy en claro cuál era su vocación; lo descubrió a los 17 años, cuando su papá la llevó a un curso para conducir un helicóptero. Después de su primera hora de vuelo, entendió que a eso quería dedicarse por el resto de su vida.

"A los 21 años tuve mi primer trabajo en aviones de carga. Llevaba diarios, volaba de noche. Es difícil que tus afectos entiendan que este trabajo te quita tiempo, pero yo no me veo haciendo otra cosa", aclara Coronel.

Cuando cuenta su historia se ríe y levanta las cejas, como hurgando en su memoria. En 2001, en plena crisis económica, Fernanda se quedó sin trabajo. Comenzó a ganarse la vida como secretaria, como recepcionista, como chef. Pero siempre quiso volver a volar.

El machismo que se vive en el ámbito de la aviación nunca fue un...

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