Mujeres de Malvinas: las otras protagonistas de la guerra

Ellas son las que esperan, las que sostienen, las que reciben, las que curan las heridas, las que los hacen renacer. De ellas la historia casi nunca habla. Para muchos, son invisibles, porque permanecieron en silencio todos estos años. Aquel , con una mezcla de orgullo y angustia, ellas sentían que las cosas no estaban bien, a pesar de la euforia general. Ellas son madres, esposas, hijas, hermanas, novias, amigas, primas, abuelas... Todas vivieron el mismo dolor y tuvieron la misma esperanza: que sus guerreros, los hombres que fueron a Malvinas, vuelvan con vida. Como sea, pero que vuelvan. Algunas pudieron hacer realidad su deseo. Otras, no.

"Papi, andá hablar al club, deciles que me guarden el puesto de arquero, cuando vuelva quiero defender los colores del club así como ahora estoy defendiendo la Patria", escribía Marcelo Daniel Massad desde las islas Malvinas en mayo de 1982, soñando con regresar a las inferiores de Banfield, donde jugaba. Pero nunca volvió. Como tantos soldados que fueron a las islas, Marcelo cumplía su servicio militar obligatorio en el Regimiento 7 de La Plata. Estaban por darle la baja, pero lo retuvieron sin explicarle por qué, recuerda su mamá, Dalal Abd de Massad. "Él estaba contento, decía que iba a defender a la Patria. Nunca demostró miedo. Vivimos esos momentos con ilusión porque se habían recuperado las Malvinas. Pero cuando partió el camión, sentí una desazón tremenda. Mi corazón de madre sintió una puñalada. Rezaba y lloraba. Se mezclaban las alegrías con las tristezas."

Muchas de las cartas que ellas les escribieron nunca les llegaron. Las que ellas recibían, sin embargo, coincidían en transmitir ánimo y decirles que estaban bien, que pronto se volverían a ver. Algunos de ellos contaban que tenían frío y hambre, pero aclaraban que estaban orgullosos de defender la Bandera, con mayúscula. "La única forma de saber de ellos era por los diarios y la televisión", agrega la mamá de Marcelo Daniel Massad. "Cuando el 1° de mayo nos enteramos del primer bombardeo inglés, nos estremecimos. Sentimos que ese crimen de guerra era el comienzo de cosas peores. En la noche del 11 de junio, a mi hijo le habían dado la orden de repliegue, pero él quiso avisarles a los compañeros que habían avanzado y, en ese intento, una ráfaga de ametralladora le dio en el pecho. Al partir, yo le había dado un rosario blanco, y en Malvinas le dieron otro de color marrón. Él unió ambos para rezar con los chicos. Cuando lo fueron a buscar, el sargento que estaba en su grupo lo reconoció por su rosario."

Al igual que muchísimas madres, Dalal tuvo que esperar muchos días desde la capitulación del 14 de junio hasta saber qué había pasado con su...

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