Mujeres atormentadas: el arte como refugio mental y emocional para las vidas en crisis

Nora (1969) obra de Emilia Gutiérrez perteneciente a la familia Levinas, exhibida en colección Amalita

Caperucita llega en moto a casa de "Abuelita’s", a tal velocidad que se le vuela el corpiño. El lobo acecha, y llega a tiempo para esperarla disfrazado. No sabe con quién se mete: ella no sólo lo mata, sino que se lleva "chuletas de lobo" en su canasta y arrastra su esqueleto en el viaje de regreso, a la luz de una luna que sonríe. Así es la historia que cuenta en dibujos Mildred Burton , en la muestra que le dedica la galería Ruth Benzaca r.

Vista de sala de la muestra de Mildred Burton en Ruth Benzacar; a la izquierda, los dibujos dedicados a caperucita

Apenas una introducción a la vida de una artista tan resiliente como Aída Carballo , que ocupa la sala contigua. Junto con Emilia Gutiérrez , otra pintora y dibujante fallecida que protagoniza desde ayer una antológica en Colección Amalita, conforman un trío de mujeres atormentadas que encontraron refugio en la creación . Como Yayoi Kusama , internada hace décadas por voluntad propia, que en estos días inspira una colección y una campaña internacional de Louis Vuitton.

Una representación de Yayoi Kusama y sus obras, en la nueva campaña de Louis Vuitton

Cuenta Burton en una entrevista filmada hace doce años por Analía Couceyro y Albertina Carri, incluida en la muestra, que la niñera fue a buscarla llorando al jardín de infantes cuando murió su madre. Estaba embarazada de ocho meses y llamó a un médico un domingo, que vino a verla borracho desde un asado. Al confundir los síntomas, intentó inducirle el parto y convirtió su apendicitis en peritonitis. Además de matarla, la septicemia la convirtió en un monstruo: el rostro deforme del cadáver que su abuela quería que besara estaba lleno de llagas y escaras. La pequeña Mildred se negó. Entonces su abuela le pegó una cachetada y la mandó en penitencia al fondo de la casa. En ese encierro, ella se puso a bailar.

Obra sin título de Mildred Burton en Ruth Benzacar

Quién sabe si así fueron los hechos. Según recuerda Victoria Verlichak en su libro Mildred Burton. Atormentada y mordaz (Manuela López Anaya, 2019), la artista "cambiaba y recreaba según la coyuntura" su propia biografía, plagada de anécdotas siniestras . Por ejemplo, el relato de que su abuela había asesinado a su gato con una bufanda. Su refugio fueron obras con múltiples referencias perversas y fantásticas que ganaron numerosos premios, incluidos dos Konex y el Marcelo de Ridder, por...

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