Otra muestra de caudillismo

Se acerca el jueves 10 y se va corroborando lo que se presumía: Cristina Kirchner no puede, o no quiere, entregar el poder a Mauricio Macri. Ni a nadie. Era previsible, si se recuerda la crisis en la que se hundió tras la derrota de 2013. Esa dificultad está a punto de cifrarse en el ceremonial. Macri comunicó a su antecesora que, si se sigue resistiendo a entregarle la banda y el bastón en la Casa Rosada, como indica el protocolo oficial, él recibirá esos atributos de manos de Ricardo Lorenzetti, el presidente de la Corte.

De realizarse, la escena cerraría un círculo simbólico. La señora de Kirchner no investiría con el mando a otro funcionario. Como no dejó que otro funcionario la invistiera a ella: en 2011, recibió la banda y el bastón de manos de su hija. Exquisita manifestación del caudillismo.

La "solución Lorenzetti" tiene un muy lejano aire de familia con la que encontró el ministro de la Corte Julio Oyhanarte cuando, el día del derrocamiento de Arturo Frondizi, propuso que el máximo tribunal tomara juramento al presidente del Senado José María Guido. Así evitó que un triunvirato militar se instalara en el poder. Fue el 29 de enero de 1962. Las diferencias entre el enredo al que condujo la Presidenta y aquella crisis son siderales. Sobre todo porque nadie discute la legitimidad de Macri. Ni siquiera aquellos portavoces kirchneristas que, aun antes de asumir, ya lo comparan con Videla.

Ayer, la señora de Kirchner incurrió en un comportamiento típico de sus grandes desasosiegos. Consignó en su página web, combinando el desorden narrativo con los errores gramaticales, una charla en la que Macri, exaltado, le habría levantado la voz. Una primicia absoluta, tratándose de alguien glacial como el nuevo presidente. Ella también ofreció, como prueba de su hospitalidad, haber sembrado Olivos de flores amarillas; elogió al caballeresco Federico Pinedo, diciendo que fue su candidato a la jefatura del Senado, y reclamó que no merece ser tratada con desdén, sobre todo por tratarse de "una mujer sola".

El gobierno electo delegó la respuesta en Gabriela Michetti, quien reprochó a la Presidenta no decir la verdad, porque "Mauricio Macri es incapaz de faltar el respeto a nadie". Michetti es una testigo calificada en este caso. Ella exasperó a Macri infinidad de veces. Sin embargo, su desmentida levantó una ola de indignación en el kirchnerismo. Voceros del Gobierno repudiaron a Macri y a Michetti por ejercer la violencia de género. "Ni una menos"...

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