Las muertes que entretienen a la política

Hace pocas semanas se publicó una excelente investigación de la periodista María O’Donnell sobre el secuestro y asesinato de Pedro Eugenio Aramburu. Los hechos sucedieron hace 50 años e incluyeron el posterior secuestro del cadáver del expresidente de facto por parte del entonces novedoso grupo guerrillero Montoneros. La referencia es útil ahora para establecer que la política argentina tiene una persistente vocación por la necrofilia, que podría remontarse a muchos años antes de los trágicos episodios que tuvieron como víctima a Aramburu. La desaparición del cadáver de Eva Perón durante casi 20 años, por ejemplo, es otra muestra de que los muertos son usados por la política de diferente forma. Hay más pruebas, sin duda, de que en la Argentina es escaso el respeto por la vida y por la muerte, pero sirven esos dos ejemplos emblemáticos para explicar muchas cosas que pasan ahora.Ocurre ahora que los dos principales actores de la política argentina, la coalición peronista gobernante y la coalición opositora de Juntos por el Cambio, esgrimen dos muertes muy distintas para enrostrarse cuál de los dos grupos usó más y mejor la muerte de una persona para hacer política.La polémica surgió tras exsecretario privado de Cristina Kirchner, quien fue asesinado por cuestiones pasionales o económicas o por una mezcla de las dos, según los datos existentes hasta el momento.El problema es que Gutiérrez no solo era un excolaborador muy estrecho de la actual vicepresidenta, sino también, y sobre todo, un imputado colaborador de la Justicia en la causa de Había dado su testimonio contra la expresidenta y su marido y había señalado que el entonces matrimonio presidencial hizo una fortuna cobrando sobornos. La Justicia le ofreció en su momento una custodia especial, pero Gutiérrez la rechazó. Seguramente de manera apresurada, señalando que el crimen de Gutiérrez tenía gravedad institucional y que su muerte debía ser investigada por la Justicia Federal.En efecto, nada indica que la de Gutiérrez haya sido una muerte política. Pero el hecho desnudó dos cosas que, aunque no son una novedad, siguen provocando sorpresa en conocedores y novatos de la política. Una es la que acumuló un secretario privado de una funcionaria pública, que fue siempre, a su vez, funcionario de la administración pública. No hay manera de explicar la arquitectura de semejante riqueza desde un puesto en un Estado quebrado como lo es desde hace muchos años el Estado argentino.Gutiérrez tenía...

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