'La muerte blanca': los secretos de Simo Häyhä, el francotirador más letal de la historia

En solo tres meses, Simo Häyhä dejó fuera de combate a más de 542 soldados rusos, 200 de los cuales murieron

El día que la Unión Soviética invadió Finlandia , Simo Häyhä estaba preparado para convertirse en leyenda. Medía poco más de metro y medio y era reconocido por su amplia sonrisa, sus técnicas para enterrarse en la nieve como un perro siberiano y su eficacia a la hora de disparar , haciendo blanco a 300 metros de distancia .

Con 33 años y durante 98 días, el granjero nacido en Rautjärvi se convirtió en el terror de los soldados soviéticos que avanzaban entre el bosque y las montañas dejando a cada paso manchones rojos en los caminos nevados, heridos de muerte una y otra vez sin siquiera saber de dónde provenían los disparos.

Simo se convirtió en el terror de los soldados soviéticos que avanzaban entre el bosque y las montañas

Durante la breve Guerra del Invierno que se desarrolló entre noviembre de 1939 y marzo de 1940, y hasta que cayó herido con un disparo que le deformó el rostro para siempre, Häyhä dejó fuera de combate a medio millar de militares rusos , puntualmente a 542 personas, según las cuentas de sus camaradas, 200 de las cuales murieron.

Lo apodaron " La muerte blanca ".

La nieve teñida de rojo

Sus tácticas de francotirador no diferían de las del resto de sus compañeros: cerrar un ojo para hacer puntería, dejar el dedo índice fuera del arco guardamonte (donde está el gatillo) hasta el momento de apuntar al blanco, y detener la respiración en el instante previo en el que se va a disparar.

Simo tenía sus mañas como tirador que le reportaron éxito a la hora de matar a la distancia; en la foto, las tropas se movilizan vestidas de blanco y en esquíes

Pero Simo tenía sus mañas como sniper que le dieron no solo éxito a la hora de matar a larga distancia, sino que también le permitieron no ser detectado por el enemigo. Esto fue así, al menos, hasta su último combate, cuando un balazo le partió la cara al medio.

Tenía otra particularidad, además, que lo distinguía del resto: no usaba mira telescópica, por varias razones . Primero, para evitar el reflejo del sol en la lente, lo cual revelaría su posición; después, porque con el frío el monóculo solía empañarse y hasta romperse. Por eso, el francotirador prefería la mira clásica de guión alzado .

Vestido completamente de blanco, podía pasar un día entero sin moverse de su guarida hecha de escarcha de hielo compactada para que la vibración de los disparos no disipara el fino polvo...

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