Muchas debilidades en busca de una fortaleza

Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández

El peronismo dio el primer paso para tratar de hacer, otra vez, lo que más le gusta y mejor hace: juntarse para no perder el poder y ganar elecciones . La reunión inaugural de la demorada y nacida con fórceps mesa político-electoral del oficialismo dejó en claro que ese es el objetivo y la aspiración. Posibles y deseables. Aunque no sencillos de alcanzar sin ruidos.

Ninguno de los principales dirigentes del abollado Frente de Todos espera, promete ni se propone saldar ninguna de las diferencias de fondo que anidan en su seno. La escenografía que rodeó al acto lo puso en evidencia.

El entorno no era muy amigable, precisamente, para con Alberto Fernández , a pesar de sus cargos de presidente de la Nación y del PJ. Y como para marcarle los límites desde el arranque a sus pretensiones reeleccionistas, abundaron los carteles de Cristina 2023 . Luego, de sorpresa, se apareció el hijo Máximo.

Pero es un hecho que la composición del FdT es en la actualidad una suma de debilidades. A sus integrantes solo les queda el camino de encontrar una fortaleza: estar unidos y encontrar un candidato competitivo (o no piantavotos, al menos) para afrontar el proceso electoral con alguna chance de salir airosos.

La laboriosa convocatoria para la foto de ayer fue el resultado de un proceso de renunciamientos y acercamientos . Aunque, sobre todo, resultó la consecuencia de una realidad irrefutable: nadie está en condiciones de imponer su voluntad a la totalidad de los sectores, como lo constatan a diario.

Cristina Kirchner y Fernández hoy valen mucho menos que hace cuatro años. A ellos también les llegó la devaluación. Al igual que a la esperanza de La Cámpora .

En tanto, la apreciación que tuvo el capital político de Sergio Massa no termina de consolidarse. El último índice de inflación recién conocido (dos puntos por encima de lo que había prometido) frenó en seco el ímpetu triunfal que traía.

Eso puso a los embajadores massistas en posición de reclamar orden y silencio (el progreso puede esperar) antes que en condiciones de exhibirse como los representantes de El Elegido. Aunque su jefe sea el único activo que mejoró sensiblemente su cotización en estos tres años y medio de gobierno frentetodista. Y lo hace valer.

Todos saben, aún a costa de tener que saborear bilis, que cualquier fractura en este contexto solo pondría en riesgo la gobernabilidad y traería, como consecuencia más que probable, la derrota...

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