Mónaco le ganó a Mayer, con la Davis de trasfondo

Analizado con malicia, era el partido del morbo. Observado con naturalidad, era el choque de dos argentinos simbólicos de estos tiempos. Uno, Leonardo Mayer, por ser el de mejor actualidad en el circuito y la primera raqueta para el desafío de la semana próxima frente a Brasil por la Copa Davis. El otro, Juan Mónaco, por haber representado al equipo nacional en la competencia de equipos durante más de una década –debutó frente a Belarús en 2004– y por haber quedado al margen de la primera convocatoria del capitán Daniel Orsanic para la serie en Tecnópolis. Claro que Pico le agregó condimentos a su situación personal declarando que su vínculo con Juan Martín del Potro, quien anunció que apoyará el nuevo proyecto, es nulo. Mónaco no lo dijo abiertamente, pero sospechó que la mala relación con Del Potro fue la razón por la que el sustituto de Martín Jaite lo dejó afuera, al margen de su pobre presente en el circuito.

En el court central del Buenos Aires Lawn Tennis Club, en un escenario incómodo para jugar al tenis debido a las ráfagas de viento y a la llovizna, no hubo circunstancias ásperas ni gestos adustos entre ellos. Todo lo contrario. Fue un choque cordial, aunque sí pareció contener una carga emotiva distinta. Mayer –5° favorito– no lució la agresividad que sí ostentó en su debut ante el francés Stephane Robert, a quien derrumbó a latigazos en menos de una hora. Mónaco, campeón del ATP de Buenos Aires en 2007, no sólo fue más preciso que su rival en la mayoría de los intercambios de golpes, sino que demostró mayor temperamento. Concentrado, enérgico y con los dientes apretados, el ex top ten dio el golpe, se impuso por 6-4 y 6-4, y celebró con intensidad. Se desahogó. Sólo Mónaco sabe íntimamente si su ausencia en la lista de convocados ante Brasil le sirvió de incentivo para golpear a Mayer hasta hacerle perder la paciencia, hasta derrumbarlo en 1h41m. Pero está claro que esa situación, más el incentivo de jugar en Buenos Aires, lo potenciaron.

Cuando iban 31 minutos de partido y Mayer sacaba 2-4 y 30-15, el partido se interrumpió. La lluvia era demasiado molesta y ciertos sectores de la cancha se estaban poniendo jabonosos, sobre todo la línea de base y los flejes. Tras 20 minutos, los jugadores volvieron a la cancha y Mayer ya nada pudo hacer ante Mónaco, quedándose con la frustración y el karma de...

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