Momento crucial para el Ballet Estable

Tragedia y celebración. Lo antagónico de esos términos no impidió su feliz fusión en la impecable gala conmemorativa, a principios de este mes en el Teatro Colón, de los 40 años del accidente aéreo que tronchó la vida de nueve de las figuras más notables de su Ballet Estable.En efecto, un programa variado interpretado por miembros del actual cuerpo y relevantes figuras nacionales e internacionales invitadas posibilitaron que la recordación no fuese triste sino más bien gozosa, con una sala repleta como pocas veces se vio en esta temporada. Había mucha emoción, pero también alegría, porque la vida continúa y en los que ahora bailan, de alguna manera, siguen viviendo, o se advierte la huella de aquellos que los precedieron.Contrastó, por suerte, con la bochornosa performance de otra gala, la del Centenario, en 2008, cuando la sala todavía estaba cerrada por reformas, y debió hacerse sobre el poceado escenario del teatro Opera, con un rendimiento tan asombrosamente pobre del equipo que los groseros errores saltaban a la vista, incluso de los espectadores más legos.Aquella desangelada función fue, tal vez, el peor momento de una compañía que nació con los mejores auspicios en 1925 y que en los 60 ya era reconocida como la mejor del continente.Todo se había dado para que la Argentina fuese una verdadera potencia en materia de danza cuando despuntaba el siglo XX. Hasta la más célebre leyenda del ballet mundial, el ruso Vaslav Nijinsky, por esas rarezas del destino, había elegido a Buenos Aires para casarse, en 1913, con la bailarina húngara Romola de Pulszky.Pero no sólo Nijinsky fue entonces la sensación de la crónica social; también supo exponer todo su enorme arte sobre el escenario del entonces recién inaugurado Teatro Colón y su hermana, Bronislava Nijinska, directamente se puso al frente del Ballet Estable. Apenas cuatro años después llegarían bailarines de la Escuela Imperial de San Petersburgo, de la talla de Boris Romanoff y Elena Smirnova.Las sucesivas direcciones de Eric Kleiber, Margarita Wallmann, Esmée Bulnes y varios más fructificaron hacia mediados del siglo pasado con la aparición de una camada de bailarines, como Norma Fontenla y José Neglia, que popularizaron el ballet llevándolo a distintos puntos del país.Tal vez la tragedia haya sido el punto de inflexión, que señaló el comienzo del declive más pronunciado. Fue precisamente en una de esas giras, el 10 de octubre de 1971, que el avión que los llevaba para actuar en Trelew se precipitó al...

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