Un modelo que buscan replicar en todo el país

Tras nueve años de experiencia enseñando a jugar al rugby junto al entrenador José Barbaccia, en el penal de San Martín, en el que de un total de 650 Espartanos sólo un 1% volvió a delinquir, Eduardo "Coco" Oderigo buscó otro respaldo estadístico. En la provincia de Buenos Aires, donde un total de 550 reclusos juegan al rugby en otros 18 equipos, la tasa de reincidencia mostró que sólo el 5% de los presos reingresaba en la cárcel.

Frente a esa realidad, y aún sin el soporte educativo, Oderigo no lo dudó: buscó el apoyo del secretario de Justicia de la Nación, Santiago Otamendi, y ahora dos veces por mes viaja a cárceles del interior para replicar el modelo. El entrenador del SIC repite junto con otro colaborador, Santiago Cerruti, una misma estrategia. El día antes de ingresar por primera vez a un penal recala en los clubes de rugby de las diferentes localidades y pregunta si hay voluntarios para enseñar el deporte a los presos. En tan sólo un año, lo hizo en otras 25 cárceles del país. Desde Jujuy hasta Chubut, a todas llegó con al menos una veintena de voluntarios locales, que luego, comprometidos en la faena, se encargan de darle continuidad al programa. Hoy, más de 300 reclusos del interior juegan al rugby.

"Parto de que el cambio comienza a gestarse a partir del esparcimiento, y no al revés. El deporte funciona como un acicate para cambiar la vida, la forma de relación y luchar contra la deserción escolar, que en...

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